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A L E J A N D R O D E V IL L A L M O N T E 209 cemos as para ser «morada de Dios en el Espíritu» (Ef. 2, 22). La actividad del Espíritu como principio vital del Cuerpo místi­ co, está patente en numerosos pasajes de las epístolas paulinas. Los carismas son repartidos por el Espíritu, que los distribuye a cada uno según quiere (1 Cor. 12. 13. 14). También el bautis­ mo es puesto en relación directa con el Espíritu Santo 13. No es segura la relación explícita del Espíritu con la Cena del Señor, aunque la bebida del Espíritu de que nos habla en I Cor. 12 13, tal vez sea el Cáliz del Señor que se bebe en la Cena. Especial­ mente el kerigma de salvación que Pablo pregona, se hace a im­ pulso del Espíritu, como tuvo interés en subrayar en varias oca ­ siones ,4. La íntima comunidad de acción entre el Padre, Cristo y el Espíritu está bien manifestada, no sólo en el idéntico re­ sultado final de la actividad —hacer crecer a Cristo— , sino tam­ bién por el hecho radical de que el Espíritu es el Espíritu del Padre y de Cristo. De esta forma queda suficientemente indicado en Pablo el tema de la estructura trinitaria de la Iglesia. Esta crece en el mundo a impulso de la corriente de vida trinitaria y para su gloria. La historia de la salvación, concretizada en la Iglesia, no sería más que la continuación y manifestación de la vida divi­ na interna que llevan en comunidad el Padre, el Hijo y el Espí­ ritu Santo. Pero el Padre, Cristo y el Espíritu han escogido sus colabo­ radores humanos. El primer puesto entre estos elegidos lo ocupan los apóstoles. Ellos son el fundamento sobre el que se edifica la Iglesia (Ef. 2, 20). Pablo se vio precisado a defender su ministerio apostó­ lico, con lo cual tuvo oportunidad de desarrollar toda una teo­ logía del apostolado, y de su contribución al crecimiento de la Iglesia. El plantó la Iglesia en Corinto (I Cor., 3, 6); él, como arquitecto entendido, puso el fundamento sobre el que otros edi­ fican (ibid. 3, 10). En todo ello obra según el poder que Dios le había dado, no para destrucción sino para edificación (2 Cor. 10, 8; 13, 10; 12, 19). Imponiéndose como norma no edificar nunca sobre fundamento ajeno (Rm. 15, 20). Su personalidad y fun­ ción de apóstol es ampliamente demostrada y defendida con 13. Jn . 3, 5 ; T it. 3, 5-6; I C or. 12, 13; I C or. 6, 11. 14. I C or. 2, 16; I C or. 2, 4. 10; E f. 3, 5 ; E f. 4, 7-12; 2 C or. 3, 8.

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