PS_NyG_1965v012n001p0099_0113

106 OBEDIENCIA «DIALOGADA» Y OBEDIENCIA «C IEG A » por el obedecer en cosas libres, hasta el anticiparse a las órdenes del superior. La postura de San Benito («sin guiarse del propio juicio») equivaldría a la obediencia ciega. El conocer el deseo del superior sin esperar a que mande, sería la más perfecta conform idad intelec­ tiva, según los partidarios de la obediencia racional. San Francisco de Asís, según sus biógrafos, aconsejaba también anticiparse al precepto. «Decíales que el espíritu de la verdadera obediencia consistía en adelantarse más bien que en esperar el pre­ cep to ; en desearlo m ás que en cumplirlo. Esto es, si el religioso antes de oír la voz del superior llega a adivinar su voluntad, al instante débese poner a cumplirla y ejecu tar lo que adivina en el superior» 24. A San Ignacio de Loyola se le atribuye la expresión de obediencia ciega. Así habla él de la obediencia p e rfe cta : «Quien pretende hacer en tera y perfecta oblación de sí m ismo, además de la voluntad es menester que ofrezca el en tend im ien to (que es otro grado y supremo de obediencia), no solamente teniendo un querer, pero ten iendo un sentir m ismo con el superior, su jetando el propio ju icio al suyo, en cuanto la devota voluntad puede inclinar al entendim iento» 2S. Y explica más ab a jo : «Quien va contra lo que siente, no puede, durante tal repugnancia, obedecer amorosa y alegremente. Piérdese la prontitud y presteza... Piérdese la simplicidad, tan to alabada, de la obediencia ciega, disputando si le mandan bien o m a l y por ven ­ tura condenando al superior, porque le m anda lo que a él no le va a gu sto ...» 26. En el Congreso Nacional de Perfección y Apostolado de 1956, casi todos los; ponentes sobre e l tem a de la obediencia insisten en exigir obediencia ciega y ponen en guardia contra la obediencia dialogada y racional. Uno se expresó de esta m an era : «Según las voces auto­ rizadas del Congreso de Estados de perfección en Roma, no hay razón, para admitir excepciones propias de estos tiempos. Todos los teólogos afirman sin atenuantes que la obediencia de entendim iento o de juicio es necesaria para la perfección de la obediencia religiosa» 27. Estamos de acuerdo. Sin embargo, estos m ismos autores explicando la obediencia ciega, añaden una serie de precisiones in teresan tes: «La obediencia ciega nunca se entendió que fuera tan ciega que no viera 1.® si lo mandado es o n o pecado, 2.° si está abiertamente fuera de la jurisdicción del superior, 3." si hay algún inconveniente en el que pro­ bablemente el superior no pensó. En los dos primeros casos, el obe­ 24. Oblano, V id a p rim era d e S a n F ra n cisco , 11b. 1.*, c. 17, n. 45. 25. O b ra s d e S . I g n a c io d e L o y o la , M ad rid , BA C , 1952, Ed. M anu al, p. 837. 26. Ir. c „ p. 839. 27. Dionisio de Felipe, A c ta s C o n g r e s o P e r fe c c ió n , t. III, p. 116.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz