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CARLOS BAZARRA 101 ritmo vital, a dejarse guiar por su ejem p lo. Esta es la koinonia total con Cristo» 8. Por eso Cristo, además de ser causa ejemplar, es también causa final. A l divinizarnos, nuestras relaciones con Dios serán las de un h ijo con su Padre, a sem ejan za de Cristo. Somos transformados en Cristo. Acerca de esto escribe el P. A lfa ro : «Cristo como uno, como D ios-hom bre en una sola divina persona, está en el centro m ismo de la bienaventuranza del hombre resucitado : unión personal en el cono cim ien to y en el amor del hombre tota l glorificado con Cristo en su to ta lidad ... he aquí el estado definitivo de salvación cristiana: unión perfecta y comp leta que a fec ta al hombre en toda su actividad y aspi ración hum ana, sensibilidad, afectividad, inteligencia, am o r ...» 9. La perfección en la vida hum ana no ha de lim itarse a copiar los hechos externos e históricos de Jesucristo: sería reducir el cristianismo a un formu lismo farisaico, a un servilismo indigno y degradante. Nues tro esfuerzo ha de tender a la asim ilación del interior de Cristo, de su espíritu, de su mentalidad y afectividad. Podrán las acciones exteriores diferenciarse de las de Cristo, pero no im p o rta : la m ism a persona pue de obrar de distinta manera en circunstancias sem ejan tes sin traicio nar su norm a de conducta, porque precisamente esa norm a de con ducta le ex ija esa diversa actitud. Si asim ilamos el espíritu de Cristo, por redundancia la actividad exterior será un reflejo de esa vida in te rior. Si bien esta doctrina no es nueva — no puede serlo— , ha sido la escuela francesa de espiritualidad, a partir del Card. Bérulle, la que ha puesto de manifiesto de un m odo explícito, la necesidad de adhe rirse a los estados interiores de Cristo 10. Todo lo que vengo diciendo, quizás parezca demasiado a jeno al te ma, pero es menester detenerse en estas consideraciones previas para llegar al fin . Si los consejos evangélicos son intrínsecos a la perfección, sea como medios de conseguirla o como efectos de la m isma, y la perfección consiste en una transformación en Cristo, reproducción de su forma mentís et voluntatis, es clara la consecuencia de que los consejos tie nen como finalidad el con formarnos más y m ás a Cristo Jesús. Los consejos evangélicos de pobreza, obediencia y castidad han de repro ducir en nosotros esos aspectos de Cristo pobre, obediente y casto. 8 P. R a u r e ll, L a o b e d ie n c ia d e C risto m o d elo d e la d el h o m b re, E st. F ra n c. 64 (1963) 264. 9. J. A lfa r o , S. J., C risto g lo r io so , R e v e la d o r d el P a d r e, G r e g . 39 (1958) 259. 10. C f. P. C a y re , P a tr o lo g ie e t H is to ir e d e la T h é o lo g ie , t. III, P aris, D esclée, 1950: l’école B érullienn e, pp. 52-59; P. P o u r r a i, L a S p iritu a lité C h r é tie n n e , t. III, P aris, G ab ald a, 1947 : l’a d h é ren ce au C h rist, p p . 531-567.' :
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