PS_NyG_1965v012n001p0099_0113

1 12 OBEDIENCIA «DIALOGADA» Y OBEDIENCIA «C IEG A » una superficialidad y ligereza que raya en la profanación . La pereza, la cortedad y el miedo han desfigurado la virtud m á s religiosa que nos ha enseñado Cristo. Incluso se pretende servirse de ella simple­ mente como de un instrumento de disciplina, cuando en realidad este es un aspecto extrínseco y secundario. Una comunidad perfectam en te disciplinada no significa una comunidad obediente. La obediencia so­ lamente se puede dar por la posesión del propio acto en el amor, como C risto ... Por lo tan to, si e s cierto que no se puede democratizar la obediencia, sí que se puede y debe cristianizar. En ima obediencia más cristiana se encuentra una obediencia m ás hum ana» 45. «El sen ­ tido m ás genuino y profundo de la obediencia pau lina no consiste en educarse para una imposibilidad inhum ana, estoica, de «robot», de «cadáver». Pablo nos traza la línea de una virtud que no se refiere en primer térm ino a la relación del hombre con los demás hombres, sino a la libre y espontánea relación del hombre con Dios» 4é. Para term inar, quiero aducir el autorizado testimon io del P. César V aca haciendo un llam am ien to a todos los superiores y formadores para que den lugar a esta con form idad con Cristo y con D ios en la obediencia, m á s que a una con form idad con el propio querer humano. Dice a sí: «La voluntad de Dios se nos ofrece en la voz y en la volun ­ tad de otro hombre, pero es necesario que ese otro se esfuerce por hacer desaparecer su propia voluntad del m andato, a fin de dejar bien tran s­ parente y limpia la voluntad divina. Cuantas intenciones hem os m e­ ditado al considerar la pasión del mando, se pegan , como la hiedra al muro, al sosten de la autoridad divina encarnada en el superior. Muchos súbditos acaban por no ver el muro sólido, tota lm en te recu­ bierto de maleza. ¿Es todo cu lpa de quien obedece? ¿No habrán de dar estrecha cuen ta quienes dejaron oscurecer la presencia de Dios, eclipsada por la presencia de intereses hum anos indignos de estar unidos a la voluntad divina? Cada vez que aparece un rebelde y des­ obediente debería hacerse un riguroso examen de quienes, por sus fa lta s provocaron una gran parte de la rebeldía. Es muy posible que, impuesta la obediencia de otro modo, trasm itido el mensaje con otros aditamentos, no hubiera conducido a la desobediencia. Si es cierto que la obediencia puede pedir a veces actos heroicos, también es pre­ ciso pedir heroísmo de hum ildad, de desprendim iento y de rectitud de intención a quien la impone, puesto que deben ser correlativos y proporcionados los grados de virtud en superiores y súbditos» 47. 45. L . c., p. 267. 46. L. c „ p. 270. 47. C. Vaca, T eo lo g ía ele la o b ed ie n cia , R ev . A g u s t. E sp ir., 4 (1963) 32-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz