PS_NyG_1965v012n001p0099_0113

CARLOS BAZARRA 109 mente marchar a las m isiones 37. Esto supera ya la imagen del ca­ dáver, que en cuan to tal no puede pedir nada. Entramos ya en el terreno de la obediencia racional o dialogada. Es otra expresión ambigua, fácil a engendrar confusiones. Porque ante este calificativo muchos piensan en seguida que se pretende pedir explicaciones al superior de todo lo que ordena, para discutir o con tra­ decir. Y claro, esto no tiene nada de obediencia. Acertadam en te escribe el P. T ruh lar: «Falsa est tenden tia quae totum negotium obedientiae practice dissolvit in aliquem dialogum , in quo superior et subditus sic super ídem p lanum positi concipiun - tur, u t revera nu lla iam ratio teneatur auctoritatis a Deo derivatae et proinde superioritatis in superiore» M. Sería la democratización en la obediencia contra la que pone en guardia la instrucción de la Sagrada Congregación de Religiosos de 1961, reservada a superiores y formadores. Sería caer en el natu ra ­ lismo más craso y elim inar el aspecto de sum isión a otro, porque en ese caso todo se reduce no a seguir el parecer de otro, sino m i propio parecer. La verdadera obediencia racional o dialogada no es la que intenta discutir o pedir explicaciones, sino conformarse enteramente con la intención del superior para cumplir fielmente su mandato. A veces se invoca el paralelism o con el acto de fe para reivindicar a favor de la obediencia la ceguera más completa. La fe, creer lo que no vemos, es esencialmente oscura, y pretender demostrar por la razón los misterios sobrenaturales sería destruir la esencia m ism a del m isterio. La obediencia, que se considera como respuesta a la pa la ­ bra de Dios, h a de ser ciega y no racional, dicen. Sale al paso a esta dificultad el m ismo P. Truh lar diciendo: «Etiam , immo, praesertim quoad obedientiam iudicii saepe actus obedientiae con funditur cum actu fidei, vel sa ltem ínter utrumque actum aliquis parallelismus instituitur, qui sustineri nequ it: Sic, quando dicitur, in obedientia iudicii obedire oportere in obscuritate, ad instar obscu - ritatis quae inest actui fidei» 39. No se puede defender ese paralelismo, pero aunque existiese, po­ díamos hacer la observación sigu ien te: también en el acto de fe, si es cierto que la razón no puede demostrar el m isterio, sí puede ilus­ trarlo. Esta es precisamente la labor de la teología: estudiar los m is- 37. L . c., n. 152. 38. C. T r u h la r , P r o b le m a ta th e o lo g ic a d e v ita sp iritu a li la ico ru m e t relig io - s o r u m , R om a e, G reg oria n a, 1960, p p. 98-99. 39. C. T r u h la r , P r o b le m a ta th s o lig ic a ..., p. 94.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz