PS_NyG_1965v012n001p0073_0098

GABRIEL DE SÓTIELLO 93 danal que descubrió el cristianismo ya no puede ser nunca apun ta ­ lada. Pero además h a obligado a todos, a católicos y ateos, a vivir con una escisión dentro de sí, a vivir de la fe y de la ciencia. Fue éste un desgarrón que sufrió desde sus primeros años. «Vivimos entre an ­ títesis; la religión se opone a la ciencia». Y no debemos renunciar a ninguno de los dos extremos. Cada hombre debe pensar que es él el llamado a resolverlas. Y es que el cristianismo queda en nosotros, aunque sólo sea en la fo rm a de haberlo sido. «Lo que ayer fu imos ahormó y dio un cierto gálibo a nuestro se r ...» . «Esta dualidad y disensión ín tim a entre la razón y la fe nos es tan habitual — a unos y a otros, a católicos e irreligiosos— , estamos de modo tan nativo sumergidos en ella que no la percibimos claramente» (V , 152). Este hiatus lo percibe más que nadie el católico. «Y, perdóneseme, pero n o admito que me venga el católico de nuestro tiempo con aire petu lante diciendo que a él no le cuesta n ingún trabajo, porque él sigue siendo el hombre medieval. Eso es comp letamente falso cuando .se m iran las cosas con alguna precisión y claridad ... El católico de la hora presente, con todo su ferviente catolicismo, está alojado en el mundo actual, en la posición naturalista» (V , 153). Lo que fue tragedia de su vida pensó Ortega que tenía que ser tragedia de todo católico que quisiese estar al m ismo tiempo a la al­ tura científica de los tiempos. Existe el prob lem a : en aquella época de fin de siglo y com ienzo de éste ese problema revestía caracteres que acentuaban la heterogeneidad entre el pensam iento científico m o ­ derno y la ideología cristiana. Pero se equivocó al afirmar que e l pro­ blem a sólo se resolvía en tragedia. O sea, que no ten ía solución. He aquí un pun to en que Ortega está bastan te cerca de Unamuno, ambos inquietos por la discordia entre la razón y la fe, por muy diversa que sea la form a en que en ambos pensadores se presente 2. Jesucristo. Ortega mostró siempre una actitud respetuosa frente a Jesucristo. 2. U n tem a ín tim am en te lig ad o con el religioso es el de la inm orta lid ad per­ sonal. ¿C re y ó O rteg a en ella? E n un te x to p rim erizo n os d ice que el ú n ico in fie rn o que existe es el d e la friv olid a d . E n cu a n to al cielo, a la v ita b e a ta , la cosa queda in cierta . R esu lta oblig ad o record a r aquellas p alabras tan traídas y llevadas p o r algú n a u tor de que «la v ita b e a ta es u n d elicioso cu ad rad o red on d o que el cristian ism o p rop on e, con scien te de su im p osib ilid a d » (IV , 53). E l te x to es sin d ispu ta m alson a n te, P ero, ¿se n iega con él la bien aven tu ran za? N o resu lta im ­ p osible, n i siqu iera im probable, con ced erle un a in terp reta ción aceptable, p orqu e lo que O rtega d irectam en te in te n ta es d efinir la vida tal cu al n osotros la vivim os,

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz