PS_NyG_1965v012n001p0073_0098
GABRIEL DE SOTIELLO 91 queda en suspenso: el mundo, la vida, sólo tienen valor en tan to en cuanto se ponen al servicio de esa realidad suficiente que es Dios. En este sentido de desvaloración del cosmos el cristianismo re presenta un extrem ismo, que a través del tiempo se ha Ido suavizando, perdiendo sus duras aristas y pactando con el mundo ; aunque no han fa ltado épocas de retorno a los comienzos. Este modo de entender lo cristiano es posible que desagrade profundam ente a muchos católicos, un tanto ingenuamente optim istas frente al «humanismo cristiano» y a la llam ada «encarnación» y hasta es verosímil que tachen a Or tega de haber tergiversado por ignorancia el sentido del m ensa je cris tiano. Pero no es bueno apresurarse. Ortega acaso no llegó a com prender nunca — y van dos acasos en pocas líneas— lo que el cristia n ismo trajo al mundo de divino. Tampoco comprendió la parábola del grano de mostaza. Creyó que la mostaza, para seguir siendo lo que debe ser, no debe dejar de se r ... el grano de mostaza. Pero h istórica mente es cierto que la Iglesia, en su s comienzos, predicó una ruptura abrupta con el mundo, con ese mundo impregnado todo él de pecado y all que debía tran sform ar en un mundo nuevo, e l «hombre nuevo» de san Pablo. Esta fue «la grande y auténtica innovación del cris tian ism o». La esencia del cristianismo consiste en el segu im iento de Cristo. «La Iglesia cristiana está en su esencia y nervio ú ltimos constituida por Cristo y sus dóciles... En su gigantesco desarrollo ésta ha llegado a ser, claro está, m uchas otras cosas. Pero todas ellas viven de aquella actividad nuclear, y la realidad h istórica de la Iglesia depende en cada m om en to del fervor de docilidad que los fieles sientan hacia la ejemplaridad de Jesús» (II, A Ortega le interesó el cristianismo directamente como fenómeno cultural. No es cosa de ir siguiendo lo que Ortega pensó de la m an i festación de lo cristiano en diversos m omentos de la historia. Adolece de errores de m on ta. Tom a un aspecto de san Agustín, del pensa m ien to franciscano del siglo x iv y los estira un ilateralmente hasta darnos con ellos una realidad deformada. Pero sí quiero recoger lo que opina acerca del hecho, tan comp lejo y tan espinoso, del encuen tro del pen sam ien to cristiano con la cultura griega, encuentro que se realizó primero en los inicios y que completó san Agustín, y luego el siglo x i i i . P iensa que ello constituyó una tragedia para el cris tian ismo. Si el pensam iento cristiano no se hubiera embarcado en el platon ism o primero y en el aristotelismo m ás tarde, nos habría dado «lo que hubiera sido la auténtica y original filosofía cristiana ... y con ello h a perdido la humanidad una de sus más altas posibilidades» (V III, 167, en nota ). Es ésta una idea que hoy tiene muy buena p ren -
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz