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52 FILOSOFIA NEOESCOLASTICA. Ser transcendente, ni incluye por tan to la negación del determ inismo filosófico entendido de este m odo : todo cuanto existe tiene una n a ­ turaleza determ inada y un determ inado modo de obrar ,0. De mayor complejidad es la teoría propuesta por P. H. van L aer . Su tesis general puede enunciarse a sí: La concepción clásica de la causalidad conserva todavía toda su validez en el campo cientí­ fico. Quizá nos veamos obligados a revisar las nociones tradicionales sobre las causas físicas que obran entre los átomos e incluso a crear nociones enteramente ñuevas. Pero sem ejan te revisión de las causas físicas particulares no puede ocasionar daño alguno a la noción filo­ sófica de causa, ni derogar el valor del principio filosófico de cau ­ salidad n. El motivo de la confusión reinante en esta m ateria estriba en la identificación de la noción abstracta de causa con su noción física, que muy frecuentem ente se tom a como sinónimo de causa de n a tu ­ raleza m ecánica. U na consecuencia aun más funesta es la identifica­ ción de causalidad, determ inismo y previsibilidad. El principio filosófico de causalidad no dice sino esto : nada se produce sin causa o razón suficiente, pero no manifiesta nada acerca de la naturaleza de tal causa n. El principio físico de causalidad (ley de la causalidad, ley de la previsibilidad) a firm a : Si en algún caso del determ inismo se conocen exacta y comp letamente el estado inicial y el modo de obrar de las causas, la previsión es posible y puede realizarse el cálculo de su estado futuro 13. Muchos físicos de hoy n iegan, «con Heisenberg», el determ inismo por ser imposible la predicción. La raíz de este hecho hay que bus­ carla en otra confusión, la del determ inismo con la previsibilidad; en realidad, la segunda de estas dos nociones implica la primera, pero no viceversa, ya que el determ in ism o puede subsistir sin la previsibilidad por tratarse de nociones muy diferentes en compre­ 10. S. V a n n i Rovighi, D é te r m in is m e p h y siq u e e t p r in c ip e d e c a u s a lité, en A c te s d u I X C o n g r ès In te r n a t, d e P h ilo s . (P aris 1957), vol. V II, 49-52. L a razón ad u cid a p ara p rob a r su aserción co in cid e con la com ú n a casi tod os los neoesco- lásticos, a saber, que sus ad versarios co n fu n d e n el p rin cip io físico de causalidad con el filosófico, añ ad ien d o V a n n i R ovigh i, p or su p arte, a.ue esa co n fu sió n arra n ca d e la crítica de H um e con tra aquellos dos p rin cip io s com o si se tra tara de u n o solo, pues H um e con sid eraba el p rin cip io m eta fisico de cau salidad com o u n a sim ­ ple gen eralización d el físico, 50. 11. P. H . van Laer, C a u sa lité, d é te r m in is m e , p rév is ib ilité e t s c ie n c e m o d e r n e , en R e v u e P h ü o s . d e L o u v a in 48 (1950) 515. 12. Ib id ., 524. 1 3. Ibid., 5 26 .

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