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G E R M A N ZAMORA D E T O R R A L B A 51 ontològico, por ser una realidad universal y perpetua del mundo inorgánico. Es el determinismo opuesto a la libertad» 8. ¿Habrá entrado también en crisis este segundo determinismo a consecuencia de los trabajos de Heisenberg? «La inexactitud e incer- tidumbre esencial que las famosas relaciones por este físico formu­ ladas encierran, ¿permite deducir con certeza, o siquiera con proba­ bilidad, la existencia de una indeterminación objetiva en el modo de obrar de los corpúsculos elementales? Es evidente que no» 9. En conclusión: «Querer sacar de las fórmulas heisenbergianas algo más que una incertidumbre —o, si se quiere, indeterminación— subjetiva es no sólo violentarlas y forzarlas, sino simplemente ha­ cerlas dar lo que ni potencialmente contienen». El p.i. existiría, pues, tan sólo en la mente incierta de los físicos, de ninguna manera en la naturaleza, careciendo por ello de cual­ quier valor ontològico. Y concluye Puigrefagut con Giamfranceschi (Capitoli di Fisica Contemporanea, Roma 1932) que podemos colegir con toda legitimidad y tranquilidad del determinismo en los macro- fenómenos el de las microestructuras, a no ser que prefiramos atribuir libre albedrío a los electrones. En la investigación que nos ocupa encontramos otro grupo de pensadores neoescolásticos que representan como el estadio de tran­ sición entre la actitud un tanto repulsiva recién examinada y la crítica, más serena, de los concordistas. No existe en ellos oposición violenta al p.i., fruto de una mentalidad más o menos reaccionaria, que se cerraba últimamente en valoraciones negativas, pero todavía no aparece el análisis tranquilo de la doctrina cuantista, cuidadoso de establecer posibles coincidencias, y, desde luego, menos aún la toma de posesión abierta, progresista y asimiladora de los nuevos descubrimientos junto con un análisis hondo de los mismos y la simultánea revisión del partí p/lís y de las fuentes de la filosofía es­ colástica. Autores representativos de esta actitud pueden ser Vanni Rovighi, P. H. van Laer, R. Masi y J. Daujat. La posición mantenida por la primera queda taquigráficamente sintetizada en las siguientes líneas: La negación del determinismo físico —entendido en el sentido admitido comúnmente por los teó­ ricos— no implica la negadión del principio de causalidad como principio metafisico que se usa para probar la existencia de un 8 . Ibid., 70. 9. ibid., 71.

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