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GERMAN ZAMORA DE TORRALBA 5 ? poráneas. Para ello investigan en la tradición de siempre con objeto de ilum inar sus ángulos oscuros o impercibidos, aclarar aspectos des­ cuidados h a sta el presente o indebidamente tratados, rectificar po­ siciones tom adas sin suficiente justificación e, incluso, fundar de raíz capítulos nuevos. Esta oposición al viejo inmovilismo es impulsada en parte por la autoridad eclesiástica. Pío X I I alababa sin reticen­ cias sem ejan te conato renovador desde la fidelidad al pasado y lo recomendaba con ardor en su alocución al Congreso Tom ístico In ­ ternacional de Roma, 1955. Extractaremos extensamente el pensa­ m iento pontificio de esa alocución por constituir una pieza clave en nuestro tema. Sobre el determ inismo m ecan icista, antes casi omnipresente en la ciencia, decía el p apa : «Este sistem a ha sido después derrotado plenam en te por el pro­ greso de la investigación científica en los dominios siempre más profundos de la estructura de los cuerpos, y se ha mostrado así in ­ aplicable en muchos problemas del m icrocosmos». Sobre el valor y lím ites del p .i.: «Esa visión probabilista de las cosas se ha visto reforzada por el descubrimiento del principio de indeterm inación , cuyo valor es innegable, estando como está fun ­ dado sobre observaciones profundas, tan to experimentales como teó­ r ica s... M as algunos han ido demasiado lejos atribuyendo a las partículas del m icrocosmos una especie de «libre albedrío»: han llegado así a imaginarse que ponían en tela de juicio el principio de causalidad, al menos en lo tocante al microcosmos. Pero este principio no tiene n ada que ver con el determ inismo o el inde­ term in ismo, siendo por naturaleza m ás general que la indagación experimental. Menos aún puede ponerse en discusión el principio de razón suficiente, como se evidencia para cualquiera que exam ine el problema en sus térm inos reales». Sobre la necesidad de inspirarse en lo tradicional, aunque no para clausurarse en ello : «Bastaría un conocim iento m ás profundo y adecuado del pensam iento filosófico tom ista para allanar el cam ino a la verdad entre los excesos del determ inismo mecan icista y los del indeterm in ismo probabilista. En efecto, la philosophia perennis ad­ m ite la existencia de principios activos intrínsecos a la naturaleza de los cuerpos, cuyos elementos, en el espacio de un intervalo m í­ n im o, reaccionan de modos diversos a las m ismas acciones externas, y cuyos efectos no pueden, por consiguiente, determ inarse de un modo un ívoco: de ahí la imposibilidad de prever todos los efectos por medio del solo conocim iento experimental de las condiciones exteriores. Pero, no obstante eso, aquéllos principios activos de n a ­ turaleza m aterial tienen su modo interno de obrar, carente de toda

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