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58 FILOSOFIA NEOESCOLASTICA. sino que conduce al encuentro de una determ inación m ás amp lia incluso que la sospechada por la física clásica. En obras posteriores Selvaggi se aproxima cada vez m ás a la actitud progresista, haciéndose eco laudatorio de la opinión de mu ­ chos de los autores que en este apartado analizaremos 28. A la m ism a tendencia conciliatoria puede adscribirse el nombre de C. G iacon para quien el indeterm in ismo cuantista no afirm aría que los fenómenos no estén en sí m ismos perfectam en te determ ina­ dos por los factores de que dependen, sino que nosotros no podemos conocer con exactitud ciertos hechos infraatóm icos, y, por lo mismo, determ inar su futuro modo de comportarse, cuya causa no se reduce a la simple imperfección de los medios de observación, sino que es­ triba rad icalmente en que el observador no puede menos de alterar el fenóm eno y carece de la posibilidad de medir tal alteración . Es esa imposibilidad de medir el fenóm eno en si m ismo y no su na ­ turaleza íntima lo que impone como imprescindible el cálculo es­ tadístico III.— ACT ITUDES PROGRES ISTAS ’Laqueus contritus est et nos liberati sumus” ( Ps. 124, 7, cit. por E. L. M a s c a ll, Christian Theology and Natural Science, Lon - don 1956). «’’Natura determ inata est ad unum ” . Voila un principe dont on ne cesse pas d’abuser » (Ch . de Koninck, Réflexions sur le pro­ blème de l’indéterminisme, en «Revue Thom iste» 43 (1937) 237). Creemos que así pueden calificarse fundadam en te los a fanes de bastan tes filósofos de la naturaleza, dentro de la neoescolástica, que vieron en el principio básico de la M ecán ica cuán tica una posible puerta de acceso a caracteres inéditos de la realidad física, trataron de ofrecer soluciones filosóficas compaginables con las científicas y, sobre todo, aportaron una valoración generalmente positiva del p.i. Quizá sea en este terreno donde destaca m ás el esfuerzo con tempo­ ráneo por renovar la cosmología. Los neoescolásticos progresistas no se preocupan sólo de defender y conservar el depósito secular, sino también de repensarlo a la luz de nuestro tiempo y, si necesario, remozarlo y adaptarlo según las exigencias de las ciencias con tem ­ 28. C f. C a u sa lità e in d e te r m in is m o n e lla r e c e n t e le tte r a tu r a , en G r e g o r ia n u m 38 (1957) 756-758 y C o sm o lo g ia (R om a 1959) 183-190. 29. C. Giacon, I n tr o d u z io n i, en II p ro b lem a d ella sc ie n z a (B rescia 1954) 30.

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