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56 FILOSOFIA NEOESCOLASTICA. diversidad de leyes estadísticas cuantas sean las diversas naturalezas y condiciones físicas de los átomos a. Se impone, pues, la conclusión de que los m ismos datos científicos conducen a postular en el m icromundo entidades físicas cuya actua­ ción esté determ inada siempre que se den las circunstancias pre­ supuestas por la tesis filosófica. Respecto del principio de causalidad, malparado por el p.i. en opinión de muchos de los neoescolásticos citados, tampoco se da incompatibilidad alguna, según Soccorsi, porque también aquí físicos y filosósofos expresan, bajo idéntico nombre, realidades muy dis­ tintas. Los físicos designan con tal nombre la regla general según la cual fueron redactadas determ in ísticamente las ecuaciones de la fí­ sica clásica; o la posibilidad de predecir la evolución total de un fenómeno, verificadas ciertas condiciones iniciales; o, finalmente, el determ inismo del mundo físico. Por su parte, la filosofía escolástica entiende por principio de causalidad el m ismo principio de razón suficiente de cuanto viene al ser, la causa adecuada y distinta que lo explica p lenam en te. Las diferencias son ta jan tes, hasta el punto de que el principio filosófico no postula de suyo n i el determ inismo ni el indeterm in ismo n i sum in istra medio para colegir del conocim iento de la causa la previsión exacta del efecto, aunque sí perm ite ascender del cono­ cim iento de éstos al de aquéllas 24. Dicho principio metafísico de causalidad es incluso usado mu l­ tiform em en te por la propia física cuántica, consciente o no, la cual busca siempre la motivación satisfactoria de los fenómenos que m a ­ n ipula en algo distinto de ellos m ismos, como ocurre de modo para­ digmático con los exprofeso llamados, con tecnicismo espontáneo, «efecto s»: el «efecto Compton», el «efecto o fenóm eno fotoeléctrico», etc. Por tan to, cuando la física moderna ataca el principio de cau ­ salidad, lo que en el fondo combate es el hom ón imo principio «fan ­ tasma» de la física clásica y su validez en el m icrocosmos. En ú l­ timo térm ino, si algún físico negó de verdad el principio metafísico de causalidad, no pudo hacerlo en cuanto físico, con la experiencia en la mano, sino fundándose en preju icios filosóficos, «pues no puede decirse en serio que la física contradice el principio de causalidad de la filosofía sin contradecir ipso facto a la m ism a física». En lo concerniente a los problemas gnoseológicos suscitados por 23. Ib id ., 262-263. 24. Ib id ., 264-265.

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