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GERMAN ZAMORA DE TORRALBA 55 m ientras que n o enuncia sino probabilidades de la evolución de cada uno de ellos. La filosofía considera, por el contrario, individuos sus­ tanciales que estén dotados de todas las perfecciones necesarias para la acción 20. En consecuencia, la filosofía ha de ocuparse de muchos aspectos no accesibles a la física, por escurrirse del entram ado de sus ecuaciones. Tampoco cabe conflicto indirecto, pues ni de las afirmaciones de la filosofía se siguen consecuencias incompatibles con las asercio­ nes de la física n i viceversa. Si fa lla alguna de las condiciones reque­ ridas por la tesis filosófica, fa lla la tesis m ism a «y entonces ya no se excluye la posibilidad de algunas notas peculiares entre las que fa lten nexos determ inados», como ocurre en los fenómenos radiac­ tivos de promedio 21, y podemos hablar de un cierto indeterminismo físico, ya que no se trata de ausencia de conexiones determ inadas en nuestra descripción, sino que en la realidad m isma aquéllas notas no se conectan por razón alguna. No menos compatibles aparecen las dos visiones de la realidad física desde el punto de vista estrictam en te científico, pues éste no presenta sus objetos en el marco de todas y cada una de sus carac­ terísticas peculiares sino parcialmen te, con forme a la naturaleza del conocim iento científico de lo real, nunca exhaustivo; así, des­ conoce, como vimos, la dimensión sustancial de las cosas. Esa par­ cialidad no le perm ite extender el indeterm inismo físico a circuns­ tancias esencialmente diferentes de las suyas, cuales son las pre­ supuestadas por la tesis filosófica, por el hecho de que algunas veces se descubran nexos no determ inados entre las notas descriptivas de la evolución de los sistemas ri. Mas no sólo es quimérica la oposición directa o indirecta entre ciencia y filoso fía en el presente problema, sino que ambas muestran exim ia congruencia. Podría esperarse alguna contradicción entre el carácter funda ­ m en ta lm en te estadístico de la nueva física y la naturaleza filosófica de los agentes naturales, mas no ocurre así, por una razón análoga a las apuntadas, a saber, porque ni siquiera la física estadística de los cuantos implica siempre descripciones indeterm in istas de los fe ­ nóm enos, sino que m ás bien sucede lo contrario cuanto menos ignotos se tornan sus procesos. Y las m ismas leyes estadísticas postulan la necesidad de propiedades atóm icas latentes que determ inen tan ta 20. ib id ., l i s y 270. 21. Ib id ., 271. 22. Ib id .: 272-273.

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