PS_NyG_1965v012n001p0003_0043

A L E JA N D R O D E V IL L A L M O N T E 7 que se revela y en cuanto se revela. Por eso la Palabra de Dios llena toda la historia de salud y se presenta a los hombres en formas va­ riadas: La Palabra de Dios estaba al principio con Dios (Jn. 1, 1); la palabra de Dios crea todos los seres (Jn. 1, 3; Sal. 33, 6 . 9); la pa­ labra de Dios se comunica a los hombres en el AT.; la palabra de Dios se encarna en Cristo (Jn. 1, 14); la palabra de Dios es predicada (Hech. 4, 29); la palabra de Dios llega al corazón de los hombres por la fe y culmina en la palabra de alabanza a Dios (Rom. 10, 14). Pablo conoce todas estas manifestaciones de la palabra de Dios y la mutua interdependencia interna. Pero, sin perder el contacto con otras formas, Pablo conoce, ante todo, la palabra de Dios que se hace «kerigma» o pregón de salvación, la palabra predicada en mar­ cha hacia el corazón de los hombres. En este sentido podemos decir que, para Pablo, la palabra de Dios por excelencia, la que encontramos a cada paso aludida en sus escritos, es la palabra pregonada por él y por los demás predicadores evangélicos: Palabra viva de un Dios viviente. Así, pues, el nudo hecho de que la predicación del evangelio sea palabra de Dios, no ofrece duda ninguna para Pablo. Todos los textos que vayamos aduciendo en el desarrollo de nuestro estudio van a ser una corroboración de este hecho. Pero, conviene determinar más en concreto lo que significa ser palabra de Dios para la predicación de Pablo. Indudablemente Pablo llama palabra de Dios a su predicación evangélica pensando en el o rig e n del mensaje que él proclama. Que no lo ha recibido él de los hombres, como un alumno a los pies del Rabino o como un catecúmeno cristiano de boca de los misioneros evangélicos, sino por directa e inmediata revelación (apokalypsis) de Jesucristo (Gal. 1, 1. 11-17; Ef. 3, 3; 1, 9). Además de serlo por el origen, la predicación de Pablo es palabra de Dios en sentido más íntimo: Es Dios mismo, el mismo Cristo el que habla las palabras que Pablo dice. Por eso no son palabras de hombres, sino auténtico hablar de Dios a los hombres (I Tes. 2, 13). Como tales palabras de Dios llegan a los oídos de los fieles (ibid.), de tal manera que quien oye la predicación evangélica oye a Dios (Rom. 10, 14). En este mismo .sentido la predicación de Pablo es pa­ labra de Cristo. No sólo por que se hace por su autoridad y mandato, sino porque Jesucristo realmente dirige la palabra a los hombres cuando Pablo predica. Como que Dios les exhorta a los hombres por boca de Pablo (2 Cor. 5, 20). la teologia de la palabra, c f. O. S e m m e lr o t h , Wirkendes Wort, z u r Theologie d e r Verkündigung, Frankfurt a. M., 1962.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz