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A L E JA N D R O D E V IL L A L M O N T E 37 sario ver más en concreto la ac c ió n e s p e c ífic a de la predicación dentro del plan total de la economía o dispensación de esta gracia. Siguiendo una comparación cara a san Pablo y otros escritores del N. Testamento, diríamos que los factores que contribuyen a la «edifi­ cación» del Cuerpo de Cristo, de la Iglesia, son varios. Podríamos redu­ cirlos —equematizando— a los siguientes : Elemento kerigmático, cul­ tual, ético, carismàtico. El elemento k e r ig m á tic o está constituido por la Palabra en sus múltiples formas, particularmente por la Palabra- kerigma, la predicación. El elemento c u ltu a l se refiere a los diversos actos de culto privado y público, especialmente a la celebración de los sacramentos, y sobre todo, la C e n a d e l S e ñ o r. El elemento é tic o alude a la contribución del comportamiento cristiano a la edifiación de la Iglesia, especialmente el testimonio-martirio. Finalmente, el elemento c a rism à tic o , como serían los milagros y otros carismas que reparte el Espíritu para edificación. Sin duda estos elementos no pueden pensarse disociados, sino que, como manifestaciones de un mismo Espíritu, obran siempre en perfecta compenetración e interdependencia. Sin embargo, cada uno de estos elementos tiene su relativa autonomía de acción dentro del efecto to­ tal, que es e d ific a r el Cuerpo de Cristo, la Iglesia. Parece pues legítimo el preguntarnos por la eficacia específica que la palabra p re d ic a d a , el kerigma evangélico tiene en orden a incorporar al hombre a Cristo y hacerle vivir en El. Insistimos en que la acción de la predicación no ha de disociarse de la acción de los otros factores. Menos en Pablo que en otro cualquiera. Sin embargo, nosotros necesitamos distinguir para comprender. Yo puse e l fu n d a m e n to . — La labor propia suya como apóstol de los gentiles y el resultado de esa acción la describe Pablo como un «poner el fundamento» de la Iglesia, Templo de Dios : «Según la. gra­ cia de Dios que me fue dada, yo, cual sabio arquitecto, puse el fun­ damento y otro sobreedifica» (I Cor. ;3, 10). «Que no me envió Cristo a bautizar, sino a evangelizar» (Ibid. 17). Naturalmente que también Pablo bautizaba en ocasiones y, sobre todo, celebraba la Cena del Se­ ñor. Pero, su modo personal de contribuir a levantar el Templo de la Iglesia para Dios, es el de pregonar la Buenanueva de salvación. La actividad misionera es la actividad fundamental y primera dentro del plano ordenado, que un sabio arquitecto tiene para edificar la Iglesia. Pablo mantiene con cuidado esta actitud de «fundamentador» de la Iglesia por la predicación, según lo dice expresamente: «imponiéndo­ me como punto de honra la norma de no predicar el evangelio sino donde Cristo no había sido nombrado, para no edificar sobre funda­ mento ajeno, antes bien según está escrito, los que ninguna nueva per

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