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30 T E O L O G IA D E LA P R E D IC A C IO N E N S A N P A B L O La predicación ciertamente contiene a Cristo en sentido narrativo e histórico, en cuanto que ella habla, sustancialmente, de Cristo muerto y resucitado. Nos quiere decir y nos dice cómo sucedió este acontecimiento de la Historia de salud y las consecuencias que im plica para la salvación del género humano y de cada hombre en par ticular. Indudablemente que la predicación nos instruye, nos enseña acerca del misterio Pascual. Pero, sucede algo más hondo cuando se predica: la predicación reproduce ante los oyentes y en los oyentes los acontecimientos que pregona. Aquí y ahora, cuando se pregona la Pascua de Cristo, se reproduce todo el Misterio de Cristo, en cuanto depende de la intención de Dios. Esto podemos comprenderlo reflexionando un poco sobre las fór mulas que Pablo utiliza para hablar de la predicación. La predicación es una «revelación» de Jesucristo —apocalipsis— (Gal. 1, 12). La reve lación la solemos entender en un sentido prevalentemente lógico, ver bal; pero en estos textos paulinos implica algo más hondo. Es una auténtica «teofanía-cristofania», una presencialización del Misterio de Cristo ante el oído interior de los hombres que son afectados por la Palabra. Anteriormente describíamos la palabra como una «teofanía». En el mismo sentido podemos hablar de uná «cristofanía»: el Misterio de Cristo se «presencializa» en el momento en que es pregonado. Cuando «Cristo predica a Cristo» expresa su voluntad actual de rea lizar y de reproducir de hecho en los que aceptan la palabra, en el corazón de los oyentes dóciles, su muerte y resurrección por la fe y caridad. Generalmente solemos reducir la presencia de Cristo a la pre sencia sacramental, sobre todo al bautismo y en forma del todo inten sa en la Cena del Señor. Sin embargo, la predicación también forma parte integrante de la historia objetiva de salvación y por ello el que predica hace historia de salud. También ahora por la fe y la caridad del que se entrega al mensaje. Más adelante hablaremos de las relaciones entre la «presencia» sacramental de Cristo y su pre sencia que diríamos «kerigmática» y de las distinciones entre ambas. De momento afirmamos que, así como el sacramento es una forma in tensa de reproducir la «semejanza de la muerte del Señor» (Rom. 6 , 5; Flp. 3, 10) también la predicación reproduce este mismo misterio pascual en los oyentes. En nuestro actual modo de expresarnos el problema aquí insinuado coincide con el problema de la e fic a c ia de la predicación, ya en ¡sí misma ya en comparación a la eficacia del sacramento.
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