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28 T E O L O G IA D E LA P R E D IC A C IO N E N S A N P A BLO el evangelio por revelación de Cristo (Gal. 1, 12). Pero, la revelación aquí no es una mera manifestación de la realidad en sí; en nuestro caso, de Cristo. Pablo llevaba a Cristo como revelación viviente den­ tro de su alma. La muerte y resurrección de Jesús la sentía realizada en su espíritu (Rom. 6,1-14; Gal. 2, 19-20). Esta realidad tenida vi- vencialmente por él es la que pregona en su predicación sobre el misterio de Cristo. Por eso decimos que Cristo inspira la predicación de Pablo no tanto como Maestro que le enseña lo que ha de decir, sino que Cristo es la realidad a cuyo contacto Pablo aprende lo que que tiene que decir. La predicación viene de Cristo como el agua brota del manantial o la luz brota del sol. Teniendo en cuenta esta dependencia tan honda de la predicación con relación a Cristo, se comprenden mejor las expresiones en que Pablo se llama heraldo, ministro, embajador de Cristo, su servidor: Más que un servidor era Pablo un auténtico «portador de Cristo», que al predicar hace presente a los oyentes más bien que una doc­ trina y unos conceptos sobre las cosas, al mismo Cristo, en su rea­ lidad salvadora. Siguiendo esta idea podemos decir que la unión entre Cristo y su pregonero es tan íntima, que en realidad cuando habla el predicador evangélico se cumple la frase expresiva de san Agustín: «Cristo pre­ dica a Cristo» n . El pregonar el evangelio es una obra rigurosamente propia de Cristo glorioso y pneumatizado, una de cuyas actividades es precisamente ésta: expandirse, revelarse a sí mismo por medio de la predicación salvadora, del culto y de la vida de sus cristianos. Esto está en relación con lo que anteriormente decíamos sobre el predicador como ministro de Cristo y especialmente con su calidad de «hombre del Espíritu». Quiere decirse que la actividad kerigmá- tica es una actividad pneumática, es decir, propia del Espíritu del Señor Jesús, una actividad que ejerce Jesús en cuanto ha sido pro­ clamado y para ser proclamado Señor (Kyrios) en la tierra entera. Cristo glorioso para crecer y echar cuerpo en la tierra, en el corazón de los hombres, desde el cielo envía su Espíritu cargado de dones que reparte a los doctores, apóstoles, evangelistas, a todos los ministros de la palabra (Ef. 4, 7-16), a ñn de que edifiquen Iglesia, que hagan crecer el cuerpo de Cristo (Ef. ib.). Es, pues, la predicación una fun­ ción que Cristo ejerce cuando quiere echar cuerpo en la Iglesia, darse a sí mismo una expansión vital en su pleroma que es la Iglesia. Por consiguiente, la predicación no sólo se inspira en Cristo, o tiene por tema a Cristo muerto y resucitado, o se ejerce por mandato y 12. S a n A g u s t ín , s e rm o 3 5 4 ; P L 39, 1563.

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