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2 2 T E O L O G IA D E LA P R E D IC A C IO N E N S A N P A B L O con gran dolor (I Tes. 1, 5-6). En las cartas a los Corintios no se cansa de volver sobre este tema del m a r tir io que implica para él el ser pregonero del evangelio: La vida apostólica es un continuado morir con Cristo (2 Cor. 4, 10-12) «llevando siempre y en todas partes en nuestro cuerpo los sufrimientos de muerte de Jesús, a fin de que se manifieste en nuestros mismos cuerpos la vida misma de Je­ sús. Ya que aunque vivimos estamos siempre condenados a muerte por causa de Jesús, a fin de que la vida de Jesús se manifieste tam­ bién ella en nuestro cuerpo mortal. Así la muerte hace su obra en nosotros y la vida la suya en vosotros» (2 Cor. 4, 10-12; Cfr. I Cor. 15, 31; Rom. 8 , 36). Sustentado con el ansia escatológica de «ser desatado y estar con Cristo» (Flp. 1, 33) esperando, con gemidos y lágrimas, que se desmorone esta casa nuestra terrenal y se nos dé una celestial, in­ corruptible (2 Cor. 5, 1-6; Flp. 1, 20-22). Esta actitud de martirio es una consecuencia del hecho de que la misión divina implica una teofanía, revelación de Dios al predicador. En tal caso el espacio interior donde se realiza la teofanía, el alma del enviado debe quedar trasformada por Dios, totalmente entregada a El por la obediencia, por la fe y la caridad. El martirio sería la señal visible de la absoluta trasparencia con que debe obrar el enviado de Dios: como siervo, instrumento, ministro, servidor a quien se le pide la total ocultación de su personalidad humana para que quede reful­ gente la actitud de un servicio «fiel», de que habla con frecuencia Pablo. E l p re d ic a d o r, «h om b re d e l E s p íritu » . Ya en el A. Testamento la misión de Yahvé va imida a la comunicación de su espíritu. Los pro­ fetas se encuentran llenos del espíritu, son por excelencia los «hom­ bres del espíritu» 9. La actividad de Jesús como pregonero del Reino de Dios está dirigida por el Espíritu. El Espíritu le empuja a predicar al principio de la actividad misionera (Me. 1, 9-13). El mismo Espíritu le asiste en su evangelización a los pobres (Le. 4, 14, 18-19). Al despedirse de los suyos que estaban en el mundo, les promete el don del Espíritu que les ayudará a dar testimonio, como le había ayudado a El mismo (Jn. 14, 25, 15, 26-7). La actividad misionera de la Iglesia primitiva está totalmente bajo el impulso y dirección del Espíritu. El Espíritu les llena de fuego y lenguas para proclamar las maravillas de Dios 9 . Cf. T h . C. V r i e z e n , Theologie des Alten Testaments in Grundzügen, Neu­ kirchen Kreis Moers s. a., pp. 213-14. W. E i c h r o d t , Theologie des Alten Testa­ menti, 2-3. Teil, Sttugart 1961, pp. 24-48.

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