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18 T E O L O G IA D E LA P R E D IC A C IO N E N S A N P A B L O ción de la fuerza y del poder de la ciencia o habilidad humano, sino manifestación del Espíritu y de su virtualidad» (I Cor. 2, 4). El m a r tir io del Apóstol y sus continuados sufrimientos en el ejer cicio de la predicación han de verse también bajo este punto de vista: como una «señal» de la autenticidad del Mensaje y de que el prego nero habla en nombre de Cristo (Cfr. 2 Cor. 4, 7-12). Más adelante hablaremos de la relación entre la predicación y el martirio. Es indudable que el acompañamiento de «prodigios y señales» es inherente a toda misión divina y no sólo para los tiempos del Antiguo y Nuevo Testamento, sino también en la m is ió n actual de la Iglesia. El tema es interesante, pero no podemos ahora hacer otra cosa que indicar el hecho de que Iglesia necesita de «prodigios y señales» para convencer al mundo de su misión: Milagros, fuerza interna del Espí ritu, testimonio continuado del martirio en su propio cuerpo. Sobre todo, práctica de la caridad. 6 . E fe c to s de la m is ió n en el p re d ic a d o r. Para comprender los efectos que la misión produce en el enviado, en el predicador, es conveniente tener en cuenta que la misión es, según dijimos más arriba, una te o fa n ia . Recuérdese que la misión de los grandes profetas y apóstoles del Señor se hace siempre en medio de una teofania: Ex. 3, 4; Is. 6 ; Jer. 1, 2-19; Ez. 1, 2-3. En el N. Tes tamento encontramos la teofania del Jordán cuando Jesús es bauti zado y proclamado Mesías por el Padre y el Espíritu (Me. 1, 9-13 par.). Los Doce y la Iglesia entera reciben su misión en la mayor de todas las teofanías de la Historia de Salud, en Pentecostés, cuando el Espí ritu se derrama sobre toda Carne ( H e c h . 2, 1-13). En la actualidad, la teofania en que se realiza la misión, no tiene carácter milagroso, ni carismàtico. Todo se realiza dentro de la Igle sia por vía institucional, por misión oficial. Pero, la Iglesia, al comu nicar su misión a cada nuevo pregonero del evangelio, no hace sino trasmitir el carisma del Espíritu que ella recibió el día de Pente costés, mediante el rito sagrado del bautismo, de la ordenación o por delegación del poder magisterial. Toda teofania, decíamos, implica la trasformación de espacio crea do, particularmente humano, en que ella tiene lugar. Veamos la tras- formación que realiza la misión en el predicador que la recibe. En el N. Testamento tiene especial importancia el nombre de «apóstol» para designar a los testigos más inmediatos, autorizados por Dios para dar testimonio sobre la resurrección de Jesús (Hech. 2, 32; 4, 33). Ministros y servidores de la Palabra de Dios, de Cristo,
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