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332 UN L IB R O S O B R E « E L R E IN O D E D IO S » llantemente expuesta por Gerhard von Rad, quien demuestra que el concepto de tiempo absoluto linear es extraño al A. Testamento. El tiempo en el V. Testamento es concebido como ima serie de momentos y estaciones cada uno de los cuales está relacionado con un particular evento. Así no puede haber tiempo sin evento ni evento sin tiempo. Para los israelitas la historia es una serie de eventos-tiempo en los cuales Dios ha actuado para salvar a su pueblo. Esta actividad sal­ vadora de Dios se celebraba y recordaba en las fiestas religiosas, en las que una vez más se experimentaba en el p re s e n te la actividad sal­ vifica de Dios. Con el profetismo se añade una idea nueva a esta concepción. Los profetas no solamente ven a Dios activo en los pasados eventos de salvación, celebrados y recordados, sino que el profetismo proclama que la actividad de Dios está obrando en los eventos actuales y afir­ man una actividad salvifica de Dios en el futuro análoga a la del pasado. Su esperanza es escatològica, porque esta futura actividad di­ vina es el evento decisivo de salvación. Aquí está, pues, el elemento e s e n c ia l en la escatologia profètica : la escatologia profètica está rela­ cionada con un evento futuro en el cual Dios manifestará su acción salvifica de un modo análogo a los eventos de salvación en el pasado, pero diferente de aquellos en cuanto que este evento escatològico será decisivo y final. Con eota interpretación de la escatologia, hemos alcanzado el co­ razón de este tema en lo referente al concepto de Reino de Dios. Como Dalman enseña, «reino de los cielos» y sus equivalentes indican la autoridad real, la real (de rey) actividad de Dios. No es casual que las primeras apariciones de este concepto estén en conexión con esta expectación profètica de un ulterior y final evento de salvación (Miq. 2, 12 ss.; 4, 1-7; Is. 24, 2-23; 33, 22; 52, 7-10...). Ahora bien, esta expectación de un ulterior y final evento de salvación en el cual Dios se manifestaría como Rey está naturalmente enraizada y fundada en la convicción de que Dios es eternamente Rey (Ex. 15, 18; Ps. 145, 11 ss.). Por lo tanto, la proclamación profètica de un ulterior y final evento de salvación es el verdadero fundamento del uso de «Reino de Dios» en la apocalíptica judía y en la enseñanza de Cristo. Ahora podemos preguntarnos con relación a la enseñanza de Cris­ to: ¿Cuál es el puesto del Reino de Dios en esta expectación? La res­ puesta es que la frase o sus equivalentes se halla en conexión con la intervención de Dios y con el estado final de los redimidos. El autor examina el «Reino de Dios» en este sentido y concluye: «Creemos haber demostrado que el término «Reino de Dios» es raro en la apocalíptica, pero que aparece en relación: a) con la interven­ ción decisiva de Dios en la historia y en la humana experiencia, b)

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