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D IO N IS IO CA STILLO 2 6 3 cha», como u n a re a lid a d «bruta», «petrificada» M, según uno s p lano s an tecedentemente bien pensados y p laneados, p a ra «proyectarla» a re a liz a r in fa lib lem e n te su de stino , s in p o sib ilid ad de au tode te r- m inarse . Esto es co n sid e ra r dem asiado «antropomórficam ente» la re a lid ad de D ios y su a cción tran scenden te . Y o lv id a r que su acción respecto a la c re a tu ra es u n a «obra de amor». D ios n o sign ifica un lim ite extrín seco a la lib e rtad h um an a , como an te rio rm en te hemos visto , s in o que ésta, como todo va lo r, se fu n ­ dam en ta en D ios de qu ien es p a rtic ip a c ió n e im ita c ió n y de quien recibe su o rig in a lid ad . Y es a p a r t ir de esta fun d am en ta c ió n , y no a n iq u ila c ió n , desde donde puede encon tra rse , en cuan to nos es posible a los hum anos, la a u té n tica so lu ción a l p rob lem a de D ios y de la lib e rtad hum ana . S iem pre se tra ta rá de u n a so lu ción que d e ja en p en um b ra e l «mo­ do» de la p en e tra ció n de la a cción tran scenden te de D io s en e l ser lib re , p e ro que nos a le ja del pe rm anen te p e lig ro del antropom orfismo — y aqu í pod ríam o s h a b la r de u n posible v a lo r c a tá rtico del ateísmo con tem poráneo 65— y d e ja en e vid en cia lo que más in te re sa : que el hombre, lejo s de pe rd e r su lib e rtad en la a p e rtu ra a l T ran scend en te , se afirm a como «persona». 64. Cf. S artre , op. cit., 65, 19-20. 65. Es un aspecto en el que insisten los autores que tratan el problema del ateís­ m o contemporáneo. Aunque el ateísmo n o persiga directamente el purificar el con cepto que nos formam os de Dios, sino la afirm ación del hombre, com o hemos visto, y, en consecuencia, la negación de Dios, no se debe olvidar que en el fondo combaten, generalmente, a D ios por presuponer conceptos inexactos de su Ser. Y es en este sentido en el que afirmamos su «carácter catártico» en el que se insiste en el Congreso al que n os venimos refiriendo. El ateísm o lo podríamos así utilizar com o «toque» de alarma y aviso a nuestro tradicional teísmo para procurar espiri­ tualizar y purificar más nuestras conceptos sobre Dios, para no referirnos a El con palabras «demasiado humanas», para n o olvidar que las palabras «humanas» son un «m edio» para expresar algo de Dios y de ninguna form a el térm ino de nuestras elucubraciones. A esto se refiere claram ente el Papa Pablo V I : «...nonnum - quam inde oriuntur quod poscitur, u t ordo rerum divinarum altiore purioreque ra- tione proponatur quam ea quae in quibusdam imperfectis sermonis cultusque modis in valuit; quos ut emendatiores magisque perspicuos reddamus, pro viribus studen- dum est nobis, quo satius sacra, quorum sunt indicia, expliquent», 652. 4

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