PS_NyG_1964v011n002p0227_0255

236 SOTERIOLOGIA DEL ATEISMO CONTEMPORANEO hombre, m ed ian te un inm an en tism o ra d ic a l, negado r de toda tr a s ­ cend en cia d iv in a . — E n el ateísmo cien tífico se tra ta de de spo ja r a la n a tu ra le z a de todo c a rá c te r «sacro» que se le h a ven ido a tribu y en do du ran te épocas em pob recidas c ie n tífic am e n te ; de scartando a D ios de la s ex­ p lic a c io n e s de lo s fenóm enos n a tu ra le s, en otro tiempo m á s o menos m isteriosos, pero ab ie rtos a l om nipoten te hombre moderno. L a cien c ia es «autosuñciente» p a ra e xp lica r cien tíficam en te d icho s fenómenos, s in nece sid ad de re c u rr ir a D ios. C ada de scub rim ien to cien tífico es u n a v ic to ria po r la que a le jam o s m ás a D io s de «nuestro» mundo. Aquel sólo sirve de obstáculo a l progreso. Se opone, p o r tan to , a los valo re s hum ano s 26. — E n e l ateísimo político se de sca rta a D io s po r se r otro de los 26. A esta concepción «scientista» de todo ha contribuido el avance de las ciencias empiricas la orientación práctica de todo y el haber hecho al hombre m ismo objeto de su ciencia y de su técnica. En tal concepción positivista atea creemos se da una errónea visión y posición del problema de Dios. Efectivamente, la ciencia es «autónoma», pero «fenom enològicam ente» considerada : en cuanto a la «explicación» de los fenóm enos naturales. Pero de aqui n o puede concluirse legitimamente la «elim inación» de Dios. El Ser de Dios pertenece a otro campo, «ontològicam ente transcendente». Y es por ¡o que las ciencias empíricas n o podrán nuñca con «derecho propio» negarle n i afirmarle con valor metafisico. Y en este aspecto también puede darse una in exacta interpretación por parte de aquellos que se empeñan en probar la existencia de D ios p or argumentos científicos, olvi­ dando, tal vez, la realidad «trasempírica» de Dios. La ciencia fenom enològica sólo puede ser «inductiva» del problem a de Dios. Y n o puede poner «verdaderas» objeciones a dicho problema. En tal momento, pasaría el científico a «filosofar», a proyectar su objeto h acia la reflexión metafísica, trasempírica, y no sería cien­ cia positiva, sino m etafísica... En este sentido se pronuncian la mayoría de los autores m odernos: niegan la posibilidad de una verdadera prueba científica de la existencia de Dios, y, consiguientemente, niegan también la posibilidad de ob- jecciones «reales» científicas en contra. Cf. A. G re g o ire , Immanence et transcen­ dance, Bruxelles-Paris 1939, pp. 138-157 ; Van Steenberghen, Le problème philo­ sophique de l’existence de Dieu, en Revue Philosophique de Louvain, 45 (1947) 5-20 y 301-313; Idem, Sciences positives et existence de Dieu, en Ibid. 57 (1959) 397-414; Joseph D efever, La preuve transcendante de Dieu, en Revue Philosophique de Louvain, 51 (1953) 527-540; D. de P etter, Le caractère métaphysique de le preuve de l’existence de Dieu et la pennée contemporaine, en L’existence de Dieu, Cahiers de l’Actualité religieuse. Collection dirigée par le Collège du Théologie à la Sarte- Huy, Casterman-Tournai, Bélgica 1961, 167-178 ; J. D. R ob ert, Essai d’une preuve de Dieu comme fondament ultime de la vérité scientiphique, en L’existence de Dieu, etc., 267-294; G. S o le r i, L’autonomia fenomenica dell’esperienza come fon­ damento dell’ateismo, en II problema dell’ateismo, etc., 434-453; B orn e, op. cit.-, 76 ss.; L a croix, op. city, 15-28; D elanglade, op. cit., 76 ss.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz