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110 J E S U S , ID E A L DE H OM BR E P E R F E C T O tes— lo sufría todo con paciencia. Habiéndole dado uno, cierto día, un puntillón (puntapié o patada), dijo a los que se admiraban de su sufrimiento: «Pues ¿qué? Si un asno me da una coz, ¿voy a citarle yo ante la justicia?». El otro nos lo refiere asi una biografía del santo: «No todo fueron muestras de veneración para nuestro siervo de Dios en este retirado valle 7: también en él habían penetrado los ecos de la propaganda anticlerical, que entonces estaba en su apogeo en toda Italia. Cierto día, cuando caminaba como de ordinario con la mente recogida en Dios, oye muy cerca gritos irreverentes y amenazadores. Era una turba de mozalbetes, dominados por la fobia antirreligiosa; y al ver a Fray Francisco, no se contentaron con gritar, sino que los más atrevidos lanzaron una lluvia de piedras sobre su persona. Una de ellas, y de buen tamaño, le alcanzó de lleno en la cabeza, causándole una profunda herida, de la que brotaba un reguero de sangre. Fray Francisco conservó su calma; hizo un esfuerzo para no desvanecerse y luego, fijándose en la piedra bañada de su propia sangre, la tomó en sus manos temblorosas, la acercó a sus labios, la besó y la dejó de nuevo, como si nada hubiese ocurrido» 8. Estos dos hechos, tan simples, son de verdad, como antes decía, muy reveladores. Tenemos aquí dos hombres ante una misma —o al menos muy semejante— situación; ambos reaccionan, externamente, de la mis ma manera, dando gran ejemplo de mansedumbre y superioridad de ánimo. Ambos sufren un atropello injurioso: tiene que dolerles la carne, y tiene que dolerles aún más el amor propio. Mas no pierden la serenidad, no ceden a la ira, no emprenden ac ción alguna contra sus agresores... ¿Están ambos a la misma altura moral? ¡De ninguna manera! Por razón del distinto espíritu con que han obrado, se encuentran de hecho a inmensa distancia el uno del otro. El santón de la ética gentil —tan admirable por muchos títulos— asienta su acción «virtuosa» en un orgullo de la mejor casta y en un concienzudo menosprecio del prójimo; orgullo: él debe de estar muy por encima de las cosas que agitan a los hombres vulgares; m en os precio: el hombre de la patada ha obrado como un asno, es un asno, y será por tanto rebajarse el concederle importancia. 7. V a l de B isa g n o , cerca de G é n o v a , p o r d on d e a n d u v o p rim e ra m e n te de li m o sn e ro en los a ñ os 1838 y sigu ien tes, sien d o a ú n jo v e n religioso. 8 . L e a n d ro de E c h a v a r r i-U r tu p iñ a , Un Apóstol de la Caridad. Vida de S. Francismo M : de Camporrosso, P a m p lo n a , E d. A ra m b u ru , 1962, p p . 78-79.
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