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C A R L O S D E V IL L A P A D IE R N A 103 nes son estos «nacidos de Dios»?. Son aquellos de quienes en el ver­ sículo anterior se dice que reciben a Cristo, que creen en El, como indica claramente la ilación sintáctica de la frase. Luego si los na­ cidos de Dios son los que reciben a Cristo, ya sen hijos suyos en pleno y auténtico sentido, poseyendo, por lo tanto, no la facultad de convertirse en h ijos suyos, sino la dignidad, el rango actual de hijos. La frase «nacidos de Dios» es paralela a la del versículo 12 «cuan­ tos le recibieron». El acto de recepción coincide con la infusión del principio divino. Tanto en el versículo 12 como en el 13 está bien clara la idea de que la categoría de «hijos de Dios» es un don de lo a lto : se hacen lo que no son y no podrían naturalmente ser, por obra y gracia de un acto amoroso de Dios (1 Jn. 3, 1) y de la libre volun­ tad del hombre que recibe a Cristo. «Ved qué amor nos ha mostrado el Padre que seamos llama­ dos hijos de Dios y lo seamos» (1, Jn. 3, 1). Hay en esta misma epístola (5, 1-4), un pasaje que ambienta y confirma el pensamiento que venimos exponiendo: «Todo el que cree que Jesús es el Cristo, ese es nacido de Dios...». Está fuera de mi propósito analizar el inagotable contenido de esta expresión, que se repite varias veces; pero la expresión confirma lo anteriormente expuesto, en cuanto que quien cree en Cristo, quien lo recibe como Salvador, posee ya la filiación divina, e indica, ade­ más, que el modo de participar de la vida divina, de la naturaleza divina, es una generación divina. La fe en San Juan no es solamente una actitud intelectual, es sobre todo un acto mediante el cual el creyente se entrega a Cristo de un modo total y absoluto, somete la inteligencia a su mensaje y la voluntad a sus preceptos, viviendo así en una permanente comu­ nión de vida divina. Aceptar a Cristo implica, según la concepción joannea de la fe, la aceptación de cuanto exige la nueva generación de lo alto (penitencia, sacramentos, caridad, etc...), de ahí que la fe con stitu ye al cristiano en h ijo pleno y p erfecto 17. 17. « A s i la fe es u n a a c titu d to ta l del h o m b re fre n te a Jesú s, fu e n te de vid a y de luz, qu e rep ercu te ta m b ié n en to d o el ser y d estin o del m ism o h o m b re. E l crey en te a cep ta a Jesú s, a c e p ta su m e n sa je , su s p la n es e in stitu cio n es. C reer en Jesú s es, p o r ta n to , p ra c tic a r, e n tra r en su redil, v ivir la v id a de su s ove ja s, co­ m e r el p a n de la vid a , so m e te rse a la a u to rid a d de su v icario qu e es P edro. E n este sen tid o c o m p le jo , la fe v a u n id a a l am or, a la p rá ctic a de la carid ad . Q u ien cree en Jesú s vive en E l, e stá e n E l». J. L e a l, La Sagrada Escritura. Nuevo Tes­ tamento ( B . A C ) t. I, p . 839. E n el m ism o sen tid o a b u n d a J. H u b y , Le Discours de

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