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F E L IC IA N O D E V E N T O SA 77 escolásticos sus predecesores, ha afirmado que la beatitud plena tiene necesariamente que consistir en una actividad. No ha querido seguir las vías de quienes, como Enrique de Gante, proponían un camino de unión óntica con el último fin para explicar este momento de plenitud, Contra San Buenaventura que considera el problema de la beatitud plena de un modo más sintético al afirmar que su esencia consiste en la actuación totalitaria de la inteligencia, de la voluntad y del sentimiento, Duns Escoto junto con Santo Tomás sostiene que sólo puede ser en su esencia acto de la potencia más noble. Se separa, sin embargo, de este último, al defender la primacía de la voluntad frente a la inteligencia, y considerar, por lo mismo, a la beatitud acto de la voluntad. Ahora bien; si la voluntad es ’’libera per e ssen - tiam ”, le beatitud es también un acto plenamente libre 9. Hasta la beatitud del cielo llega la libertad en su autodominio sobre los propios actos. A la objeción obvia contra esta postura de que la beatitud es inamisible y que, por consiguiente, implica ineludible necesidad de poner el acto por la que se logra, Duns Escoto responde con toda la escuela franciscana distinguiendo una doble necesidad: necesidad de determ inación y necesidad de inmutabilidad. La n ece­ sidad de determ inación está motivada por la presencia del objeto ante la potencia, cuando el objeto es capaz de arrancar el acto de la misma, v. gr., la proposición ’’dos y dos igual a cuatro” ante la inteligencia. Según muchos filósofos y teólogos este influjo del objeto capaz de determinar al acto tiene también lugar respecto de la vo­ luntad, cuando esta se halla ante su objeto pleno. En esta circuns­ tancia el objeto se impondría a la potencia volitiva y le arrancaría su asentimiento. La razón última de por qué el bienaventurado no puede dejar de amar a Dios, sería que Dios intuitivamente visto sacia plenamente la voluntad. Por lo mismo, arranca con necesidad de determ inación su querer. Duns Escoto no acepta este razonamiento. Le parece esto rebajar el acto máximo de la psicología humana. Hasta tiene la dura frase de decir que un acto así asemejaría la beatitud al acto del bruto ante el objeto sensible. Cierto que aquellos que definen a la voluntad como « appetitus rationalis » y sostienen que es antes apetito que racional, no rehuyen esta conclusión, que Duns Escoto rechaza, por- 9. C f. Rep. París., IV , d . 49. A llí se estu d ia n con d e te n ció n lo s p ro b lem a s que so m e ra m e n te in d ica m o s aq u í. Q u aest. I : U tr u m b estitu d o c o n sistâ t p e r se in o p s- ration e. Q u aest. I I : U tr u m b ea titu d o sim p lic iter et p e r c o n sistâ t in a ctu in tellec- tus. Q u aest. I I I : U tr u m b ea titu d o c o n sistâ t p er se sim u l in a ctu in tellectu s et v o lu n ta tis. Q u aest. I V : U tr u m b ea titu d o sim p lic ier p ra ecise co n sistâ t in a ctu vo­ lu n ta tis qui e st fru itio (E d . Vives, t. 24, p p . 614-640).

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