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94 V O L U N T A R ISM O E S C O T IS T A . de nuestra cultura, tenemos que confesar que dicha filosofía es signo de los elementos negativos de nuestra situación. A través de esta filosofía tomamos contacto con esos bajos fondos que toda sociedad humana arrastra consigo. El peligro está en que esos bajos fondos lleguen a moldear, en ciertas circunstancias, una determinada situación histórica. En filo sofía de la historia se habla de proletariados in ternos que minan por su base los fundamentos espirituales de las civilizaciones. Y ha sido trágico que en más de una ocasión los bajos fondos subieran a la superficie y envenenaran la atmósfera espiritual de los pueblos. El tomar conciencia de esta posibilidad es el mayor obstáculo que se puede oponer al triunfo de los bajos fondos. Las civilizaciones se pierden casi siempre en la ’’Ciudad alegre y confiada” . Además, es necesario tener muy en cuenta que los valores del espíritu no se nos dan regalados y tenemos que salir cada mañana a su conquista. Por ello, si ya la ignavia inconsciente puede llegar al fracaso, el peligro será más serio y más próximo ante la existencia de bajos fondos. La filosofía de Sartre nos revela la existencia de éstos. En este sentido, ella pudiera ser la voz de alerta, que actuara como vacuna contra la común despreocupación. Desde el punto de vista filosófico, si se exceptúan algunos análisis fenomenológicos de indiscutible valor, el pensamiento de Sartre no tiene la menor consistencia y se verá muy en breve arrinconado. La crítica ya ha mostrado sus contradicciones. No hay por qué volver sobre las mismas. Pero sí queremos subrayar, como última lección, el mérito lógico de llevar el ateísmo a sus últimas consecuen cias. Sartre es consciente de ello y le damos toda la razón cuando escribe: «L’existencialisme n ’est autre chose qu’un effort pour tirer toutes la conséquences d’une position athée cohérente» 32. Si Dios no existe, el se r -en -s í, que está ahí delante de nosotros, no puede ser otra cosa que algo inerte, sin significación, sin sentido. Que está ahí porque sí. Su carencia de inteligibilidad y de razón de ser no puede menos de provocar la náusea. Si Dios no existe, el ser-pa ra -sí, el hombre, tiene que enfrentarse él sólo con su destino y con su futuro. Incapaz de ver ninguna norma según la cual regularse, él mismo hace de sí su propia norma de obrar. De aquí el amoralismo descarado de esta filosofía. «Si Dios no existe, todo está permitido», dice uno de los personajes de Dostoievsky. Sartre lo recuerda y con cinismo brutal comenta: ’’C ’e st le point de départ de l’existencia lism e” 3S. Este ateísmo lógico, 32. L’existencialisme..., p . 94. 33. Idem, p . 36.
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