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F E L IC IA N O DE V E N T O SA 93 pugnado por Sartre. El acto puramente gratuito gidiano no tiene que ver con su moral. El motivo que aduce Sartre contra Gide es que éste no ha considerado al hombre en ’’situación” . Y, sin embargo, el hombre es constitutivamente un ser situacional. Y es su instinto el que en cada situación le debe señalar su comportamiento. Pero, ¿basta esta moral situacional defendida por Sartre para impedir que el orden moral se resquebraje en sus mismos fundamentos? Creemos que no. Su último libro viene desgraciadamente a dar fe de ello. En la Critique de la raison dialectique 31 Sartre acusa al marxismo por aceptar un programa y una norma. Llega hasta a acusar de pla­ tonismo al materialismo dialéctico, por admitir principios a priori intangibles y que hay que imponer, si necesario fuere, con el poder inapelable de los tanques, como en el caso de Hungría. Para Sartre el fin de la filosofía existencialista, especialmente de la suya propia, consiste en educar al hombre para que responda solitariamente ante sí mismo, ante su propia libertad. Intenta remediar el inminente caos moral que de esta postura se deduce, con el concepto de "situación ” . Pero, este concepto es demasiado endeble para poder constituir una base sólida contra el nihilismo. Sobre todo si este nihilismo se traspira por doquier, como en la filosofía de Sartre. Pese a su afán de hacer de su existencialismo un human ismo, la humanidad no hallará nunca en las páginas de Sartre un aliento, ni un punto de apoyo para alzarse a una vida mejor y más noble. He aquí la gran objeción contra la postura moral de este filósofo. CONCLUSION Los dos últimos Papas, Juan XX III y Pablo VI aluden frecuente­ mente en sus documentos a los "signos de los tiem po s". La expresión quiere tener según ellos un sentido positivo. Es decir: Los Papas desean con esa frase indicar que hay un conjunto de problemas, preocupaciones, aspiraciones y deseos en el hombre de hoy que el pensador cristiano no debe desconocer. Al contrario, debe salir a su paso para tratar de satisfacerlos tanto en el campo teórico como en el práctico. ¿Podemos pensar que la filosofía de J.-P. Sartre es un "signo de nuestro tiem po” ? Ciertamente no lo es en el sentido positivo que quieren los Papas. Pero, ante los análisis muy finos que se han dado 31. S o b re e sta ob ra h icim o s u n a recen sión seria e n el n ú m ero a n te rio r de esta revista, pp. 349-351.

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