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F E L IC IA N O D E V E N T O SA 83 impide que la libertad sea un valor positivo que acrece los tesoros del ser. Si el ser fuera plenamente unívoco en sus realizaciones con­ cretas, entonces ciertamente no había lugar para la voluntad libre deficiente. Todo estaría bajo la más férrea necesidad. El panteísmo, quiéralo o no, acaba siempre en un necesitarismo metafísico. Pero Duns Escoto, que defendió, como es sabido, la univocidad del con­ cepto de ser, nunca pensó se le podría interpretar en el sentido de una realización unívoca. La tesis de la voluntad humana libre y de­ ficiente es un refrendo de la metafísica que defiende la verificación análoga del ser. Al mismo tiempo nos ilumina maravillosamente sobre las relaciones íntimas entre el ser y la libertad. Cuán distinta sea la postura de Sartre en este punto, nos lo va a mostrar un análisis de las primeras determinaciones ontológicas que el filósofo existencialista señala en el ser, al contraponer el s e r -e n -s í y el ser-pa ra -si. El s e r -en -s í, dice Sartre, es el ser pleno, lo que existe indepen­ dientemente de toda conciencia. Pero, este ser es, según sus mismas palabras, «una inmanencia que no puede realizarse, una afirmación que no puede afirmarse, una actividad que no puede obrar» 5. Según esto, este ser es la pura indiferencia. Sin conciencia, sin voluntad, sin anhelo. Es el ser que está puesto brutalmente ahí delante, por­ que sí. Da asco mirarle. Provoca "la nausee” . Pues bien; en un momento dado, por un proceso misterioso e inexplicable, tiene lugar un buen día una fisura en este ser, hay una degradación dentro de él, aparece un agujero... En ese día se origina el ser-pa ra -sí. Sus características son la conciencia y la li­ bertad. Todo sucede, según Sartre, como si para poder llegar a la afirmación en el seno del ser, rompiera éste su identidad profunda y creándose una dualidad interna, un vacío interno, se diese a sí mismo la conciencia. Por la conciencia el ser se afirma, pudiendo decir ”yo so y ” . Pero, esta afirmación, sigue razonando Sartre, este poder decir " y o so y ” , supone una distinción, la distinción implica una negación. La negación es la nada. Luego la conciencia, concluye Sartre, no es otra cosa que la introducción de la nada en el ser. La conciencia es una mancha negra en el campo homogéneo del ser. Es su degradación. Con la conciencia nace igualmente la libertad. Consiste ésta en un poder en virtud del cual la existencia humana, ’’arrojada” —en sentido heideggeriano— a este mundo, condenada a la existencia, 15. L’ètre et le néant..., p. 32.

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