PS_NyG_1964v011n001p0051_0072

B E R N A R D IN O DE A RM E LLA D A 71 tenido en Roma el año 1957: «En la práctica, dice, quien quiera ser apóstol debe depender de la autoridad eclesiástica y no eximirse de ella; unirse, no separarse; ofrecer sus servicios, no reivindicar la propia libertad; sentirse solidario no sólo con los intereses de la Iglesia, sino también con su concreta formación visible. El aposto­ lado no es de libre ejercicio, sino que es una milicia ordenada, una colaboración. Y será tanto más perfecto cuanto más esté embebido de espíritu jerárquico y comunitario y más ligado a quienes ” el Es­ píritu Santo constituyó obispos para gobernar la Iglesia de Dios” (Hech. 20, 28)» 20. No hay que olvidar que ese espíritu, esgrimido a veces como ban­ dera de secesión, no se da para desintegrar el cuerpo, sino para vivificarlo, para dar a los elementos exteriores su perfecto sentido y para que la trabazón necesaria no resulte violenta. Cuanto más profundamente se viva el espíritu de unidad, mejor se comprenderán y se vivirán las condiciones de la unidad externa. D) La unidad en la variedad, fuerza de expansión cristiana. Toda la fuerza de expansión cristiana —que es sobrenatural— en­ cuentra su cauce humano visible en la realización de la auténtica unidad en la variedad. Si verificamos el milagro de llenar de espí­ ritu nuestra unidad exterior, ésta se trasfundirá prodigiosamente por el mundo como un reclamo avasallador. La facilidad de conocer los fenómenos mundiales proporciones sin precedentes a nuestra vir­ tud y a nuestro escándalo. Una Iglesia que asimilara en su unidad todos los valores humanos sin destruirlos en una unificación violenta, sería el signo religioso de mayor atracción sobre el mundo. Cristo dijo que el amor mutuo sería la señal manifestativa de los suyos. Y el amor es comunión, unidad... En la obra de la expansión misionera será la unidad profunda de la Iglesia en torno a la verdad de Cristo la que tendrá la última palabra. El dinero y la fuerza no pueden dar victorias definitivas en la conquista religiosa. Vencerán quienes pongan más amor, más uni­ dad; quienes aprecien los valores religiosos ahondando en la caridad y sepan esperar activamente a que el Espíritu lleve a su perfección 20. E c c le s ia , n ú m . c it ., p . 873.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz