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5 2 LA E S P IR ITU A L ID A D U N IT A R IA . humana en la igualdad, o al menos en una desigualdad justificada. El mismo progreso material hace cada vez más evidente la ne­ cesidad de compenetración y ayuda mutua entre los hombres. Apa­ rece urgente la unificación progresiva en múltiples aspectos. Y por este cauce no ha podido menos de entrar también la vida religiosa, en la que el factor disgregación ha tenido a través de los tiempos bien funestas repercusiones. El misionero sabe mejor que nadie cómo la facilidad de observación mutua ha convertido la desunión de los cristianos no solamente en objeto de misión — porque hemos de sal­ varnos todos en la unidad— , sino en un terrible lastre para la misión ulterior entre los no cristianos; Es para todos un desconcertante escándalo, como se viene lamentando desde la asamblea misional protestante de Edimburgo, en 1910. Queremos unirnos. Pero ¿cómo? La gracia de Dios, que nos solicita para esta unión, nos ayuda también aleccionadoramente desde su palabra en la Sagrada Escritura. Por eso ante nuestra conciencia, incómoda por la división, aparece hoy más que nunca actual el es­ píritu unitario del Apóstol Pablo, ejemplar lección de unión ética y mística :—plenamente religiosa— en Cristo Jesús. Esta lección pauli­ na quiero recordarla yo ahora. El espíritu unitario en el apostolado paulino lo pongo de relieve según un esquema que, si quizás pudiera tener cierta originalidad, no creo se le pueda tachar de arbitrario, pues se mantiene sobre las bases de la teología de San Pablo. Vaya por delante un resumen orientador: Como dato negativo que nos deje en cierta tensión frente al tema, se notan los dos gran­ des enemigos de la unidad en la actuación apostólica de S. Pablo: La oposición judaizante a la igualdad de judíos y gentiles frente al Evangelio; y el espíritu inquieto y levantisco en el seno de algunas comunidades, en concreto la de Corinto. . .. La doctrina espiritual paulina sobre la unidad tiene su primer estadio en el designio único de Dios sobre todos los hombres, a quie­ nes llama a la unidad salvadora en Cristo. ■ Este designio de Dios encuentra una verificación objetiva: El Cuerpo de Cristo, que se hace punto de conjunción para todos los ■llemados. La unión con ese cuerpo se realiza por el Espíritu mediante los sacramentos del Bautismo y de la Eucaristía. La verificación objetiva de la unidad cristiana — que se confun­ de con la entrada en la Iglesia— es presupuesto para una realización subjetiva de la unidad, cuyo estadio perfecto pertenece a lo escato­ lògico y provoca una tensión activa por la unidad en la vida del cristiano. ............................. ", ' -

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