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66 LA ESPIRITUALIDAD U N IT A R IA . D) La unidad en la variedad, como postura espiritual de San Pablo. Aceptar cordialmente la unión m ínima para llegar a la unión máxima. Un lema que está perfectamente acorde con la mente de Pablo, cristianamente transformada. Y el fundamento de su actitud fue la humildad objetiva de reconocer la variedad concreta de las cosas buenas. Para Pablo, Cristo no vino a destruir lo que distingue a los hombres, sino lo que los divide. La unidad sobrenatural en el amor y en la libertad presupone la diversidad. Pero una diversidad ordenada, que cuenta con la con veniencia del organismo y no pretende adaptar el organismo a su propia conveniencia. Los personalismos, las ideas disgregadoras son impedimento al amor de Cristo, gangrena de los miembros de su cuerpo. Los puntos de apoyo que Pablo buscó en todo y en todos no eran para asegurarse a si mismo, sino para salvar a los otros. Cosido a la Cruz de Cristo, quiere coser a todos en ella por un amor sacri ficado. Allí ve la única unidad ordenada que no aplasta, sino que eleva; el único ambiente o clima en que puede realizarse la unidad plena a que tienden sobrenaturalmente las cosas. Su ideal de ser todo para todos para salvarlos a todos (1 Cor. 9, 22) constituyó el esfuerzo humano más noble por imitar al que «exis tiendo en la forma de Dios... se anonadó tomando la forma de siervo y haciéndose semejante a los hombres» (Fil. 2, 6-7). Y así «recon ciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ser salvos en su vida» (Rom. 5, 10). Pablo concebía su vida nueva de cristiano como una colaboración con Cristo. Su unidad personal con el Señor se autenticaba en el es fuerzo apostólico por reunir en Cristo a todos los apartados. En él no podía haber distinción entre vida cristiana y vida misionera. II.— LA IGLESIA ACTUAL Y LA UNIDAD PAULINA Quizás algún preocupado por la apologética desearía en nuestra exposición anterior más insistencia en contraponer la fuerte unidad católica frente a la endeble unidad de las comunidades cristianas no auténticas. Yo creo que basta contrastar con ojos limpios la diáfana doctrina del Apóstol y las pretensiones de unidad en torno a Cristo de todos los grupos cristianos. Si el anhelo de unidad es universal —y podemos creer que sin cero— , la verificación objetiva de la misma tal como la hemos visto
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