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B E R N A R D IN O DE A RM ELLAD A 61 Estos son en resumen los elementos que constituyen objetivamente la unidad de los fieles en Cristo: Un Cuerpo único del que se forma parte por la fuerza del Espíritu, y cuya cohesión se inicia y refuerza por los sacramentos del bautismo y de la Eucaristía respectivamente —sacramentos eminentemente unitarios— sobre un presupuesto ini cial de unidad en la fe. Otras comparaciones paulinas como el edificio, la unión entre el esposo y la esposa, etc., vienen a corroborar lo arraigado del es píritu unitario en la mente y vida de Pablo. c) Verificación sub jetiva de la un idad : la tensión activa del cristiano. — No es de este momento hacer problema exegético de la conexión que puede poner San Pablo entre vida mística —rela ción ontològica con Cristo— y vida ética —esfuerzo moral activo para lograr la perfección en Cristo— . La larga serie de textos, afirmando por una parte un hecho (por ejemplo, que el cristiano está revestido de Cristo, Gal. 3, 27) y por otra parte exhortando a la consecución de eso mismo (que deben procurar revestirse de Cristo, Rom. 13, 14), crea lo que se ha llamado «problema del imperativo ético en la jus tificación paulina» “ . Esta aparente contradicción— una paradoja más entre las muchas de San Pablo— responde a una realidad muy íntima de la vida cristiana. La unión con Cristo, verificada de un modo objetivo en el bautismo por iniciativa de Dios, no elimina la personalidad activa del hombre. Este ha de colaborar subjetiva mente a conservar y hacer más intensa la comunidad de vida con el Señor. El elemento mistico no excusa de la ascética. El suceso sacramental exige en el hombre una respuesta ética. La fe y la caridad actuales viven en la tensión de la esperanza escatològica. Esto, que vale de toda la espiritualidad de San Pablo, tiene una vigencia singular en su teología de la unidad. La unidad adquirida al entrar en la Iglesia por el bautismo, hay que ir consolidándola prácticamente. A los Efesios les aconseja el Apóstol que se muestren «solícitos en conservar la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz» (Ef. 4, 3). Existe una unidad con Cristo —la ideal y perfecta— que se ha de conquistar tesoneramente combinando las diversas funciones y destruyendo todos los gérmenes de discordia en la comunidad cris tiana «para la edificación del Cuerpo de Cristo, hasta que todos 13. U n a referen cia a b u n d a n te de ta les te x to s pu ede verse en A . W ik e n h a u s e r , o. c ., p. 125 & 14. C f. E . M o s c y , Problema imperativi ethici in justificatione paulina, en Verbüom., 25 (1947), 2 0 4 -2 0 7 ; 264-217.
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