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8 E L DOGMA DEL IN F IE R N O EN LA CURA DE ALMAS en conexión vital con las verdades más sustantivas de dicho Mensaje. Verdades sustantivas del Mensaje evangélico de Salvación son éstas: La proclamación de Dios como Amor-Santo (— Padre que está en los cielos); Amor que se revela en el misterio de la Cruz (Muerte y Resurrección) de Cristo. Ni es comprensible la Buenanueva de Salud si no tenemos a la vista el «misterio del pecado» humano. Ahora bien, también tuvimos ocasión de demostrar que estas verdades esenciales de la religión cristiana, nunca pueden ser bien comprendidas en el sentido divino en que fueron reveladas y son custodiadas por la Iglesia, si no se admite la existencia del infierno eterno y la posi­ bilidad real de que el pecador obstinado sea destinado a él en el juicio último de Dios G. Pero, no se debe pensar que los primeros predicadores de la Bue­ nanueva de Salvación contasen con el infierno únicamente en mo­ mentos en que les era necesario hacer una exposición más completa y profunda del Mensaje evangélico. En la formulación más simple y elemental del Mensaje, en lo que llamamos Kerigma primitivo, ya encontramos alusiones a la posibilidad de la condenación eterna, al destino infernal del que no reciba el Mensaje con fe y caridad. Nos conviene insistir en este punto, es decir, en hacer ver que la posibilidad real del infierno, en forma más o menos velada, está incluida en la proclamación primera del Kerigma de Salud. Este, aún en su forma originaria y elemental, nunca fue pregonado ante los hombres sin una alusión más o menos clara — pero siempre real— , a la condenación eterna del que no reciba el Mensaje. Afirmación sumamente grave y cargada de consecuencias para la práctica pas­ toral. Ya que, si los Heraldos de la Buenanueva de Salvación no qui­ sieron nunca prescindir de la alusión a la posible condenación del que desoiga el Mensaje, nunca será lícito proclamar el Mensaje de distinta manera y con exigencias distintas. B) Fijémonos, por tanto, en el Kerigma primitivo de Salud en un sentido más estricto, tal como se nos conserva en el Nuevo Testamento. Contiene este Kerigma un primer momento jubiloso y triunfal, en que Dios Padre pregona y hace pregonar la Resurrección de Cristo como testimonio de que su voluntad decidida de salvar a los hombres está ya en marcha. Pero, a este primer momento jubiloso sigue otro segundo, también esencial, y que no puede eliminarse sin 6. Ibid., p p . 234-246.

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