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realidad para aquel que endurece su corazón y no oye la voz de Dios que le llama a penitencia hoy, aquí y ahora, en el tiempo de salud. Más aún, Dios juzgó necesario darnos estas noticias sobre el infierno para estimular nuestra fe, esperanza y caridad durante el tiempo de peregrinación en este mundo, y por ningún otro motivo menos amoro so que este. Por eso, la investigación teológica sobre el infierno que daría incompleta, en algún aspecto esencial, si no llegásemos a in dicar las consecuencias que esta verdad ha de tener en orden a regular nuestra vida religiosa, teologal. A parte de esta razón general de que todo enunciado de fe ha sido revelado para ser norma, estimulo y regla del recto amor de Dios, tenemos motivos especiales para fijarnos en la conexión que el dogma del infierno tiene con la vida religiosa cristiana, y su eficiencia para promover un ordenado amor de caridad. Es cierto que el dogma del infierno implica cuestiones hondas y difíciles de «alta teología»; pero, también hemos señalado cómo es aquí, en la vida concreta del hombre actual, del cristiano de nuestros días, donde surgen más apre miantes y peligrosas las objeciones contra la existencia del infierno y su eternidad. Estos angustiadores problemas «cordiales» son los que se han subido hasta la cabeza y han espoliado a la inteligencia para que ella airee e incluso exacerbe las dificultades que objetivamente existen en torno al infierno. Las principales dificultades «cordiales» y su formulación teórica ya las hemos expuesto sintéticamente en otra ocasión 2. Será necesario no perderlas de vista para fundamentar el presente estudio kerigmático-pastoral sobre el infierno y para acertar con la manera más adecuada de enfocarlo. Advertimos, de una vez para siempre, que la cura de almas la entendemos aquí en un sentido concreto. Porque, la cura de almas implica múltiples actividades. En algunas de ellas no tiene sentido hablar del problema del infierno. Nos reducimos, por tanto, a estas dos actividades, por otra parte básicas, en toda cura de almas: La predicación sagrada y el fomento de la religiosidad cristiana. Lo que decimos sobre la predicación vale también para actividades pas torales similares, por ejemplo, la enseñanza de la religión y la catc quesis en sus diversas formas. Vamos, pues, a estudiar el modo cómo habríamos de proponer el dogma del infierno en la predicación sa grada y luego, señalar en forma más inmediata cómo la reflexión sobre el dogma del infierno ayuda a la vida espiritual cristiana que es vida en la fe, esperanza y caridad. 4 E L DOGMA DZL IN F IE R N O EN LA CURA DE ALMAS 2. Loe. c it , pp. 23-39.
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