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1 6 E L DOGMA DEL IN F IE R N O EN LA CURA DE ALMAS devota en el problema del infierno merece la pena revisarla y redu­ cirla a unos límites más justos y más sobrios. C) Castigo excesivo y estéril. — En conexión con las anteriores dificultades, la mentalidad moderna encuentra los castigos «eternos» del infierno como «excesivos y estériles». Aquí se concentran las ma­ yores dificultades que el hombre« humanitario y humanista» del si­ glo X X siente contra el infierno. Todas las reservas que sobre el particular podría hacer un cris­ tiano podrían resumirse en esta. Un pecado «humano», de hombre viador, no se ve cómo puede ser responsable hasta el punto de me­ recer un castigo tan enorme y rigurosamente interminable. Una vez más nos encontramos aquí con la dificultad del hombre moderno (aún del cristiano) para valorar la gravedad del pecado. No siempre fue así. La tradición cristiana de siglos — pensamiento y sensibilidad— , hablan por boca de San Anselmo en este problema del pecado, cuando el Santo estampa en sus escritos esta frase: «Nondum considerastis quantum ponderis sit peccatum !» u. = ¡No has reflexionado suficientemente sobre la gravedad del pecado! En la actualidad hay una fuerte tendencia a relativizar y «huma­ nizar» demasiado todo este problema del pecado. Ello se debe a que el fenómeno del pecado se mira desde un punto de vista subjetivo y sicológico. La perspectiva teológica — que consiste en ver las cosas desde Dios — se ha perdido en gran parte. La sicología pone continuamente de manifiesto las múltiples tra­ bas que la libertad del hombre concreto y existente, del hombre de carne y hueso tiene para lograr un dominio y control perfecto sobre sus propios actos. Un pecado mortal debe ser plenamente humano en su doble vertiente de conocimiento y libertad. Pero, luego, en el examen concreto de cada acto «pecaminoso», resulta que no aparece esa plenitud espiritual que al principio se exigía, o es más bien rara. ¿Cómo castigar con un infierno eterno un pecado humano, demasia­ do humano? Este modo de pensar es una trasposición al campo religioso de la mentalidad que reina en los asuntos profanos. También en la vida social el concepto de «gravedad y responsabilidad» de las acciones humanas se halla muy atenuado. Ya es típico en nuestro tiempo el recurso a la sicología — a la normal e incluso a la patológica— para eximir al delincuente de gran parte o de toda la responsabilidad del delito de que se la acusa. Los castigos que se impone por las faltas ante la ley humana, son mucho más suaves que en tiempos antiguos. 14. Cur Deus homo, lib. I, cap. 2 1; M L . 158, 393.

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