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310 XXX SEMANA SO CIAL DE ESPAÑA ocho días de estudio, un tema tan denso como el tratado en la X X I I Se­ mana Social. Hoy «masa» somos todos de alguna forma. No es que las masas se rebelen, aludiendo al manoseado título de Ortega, es que lo invaden e impregnan todo. Cualquier cosa o actividad se ha hecho masiva. Así, pues, el tema se podría estirar como una goma inmensa; los problemas brotan fácilmente. De alguno de ellos ha­ blaron los profesores encargados de las lecciones. Algunos ponentes — demasiados para una Semana— enviaron sus trabajos que fueron leídos por un tercero. Todos ellos resultaron pre­ dominantemente abstractos; algunos exageradamente abstractos. Y no es que sea un pecado refugiarse en el mundo de las ideas. No, en absoluto. Pero en una Semana de Sociología uno busca también lo concreto; quiero decir, lo sensible. Al fin la Sociología es una ciencia que apunta directamente a lo visible y tangible. Por eso extraña un tanto esa manía de hacer teoría a la menor oportunidad — manía en la que cayeron casi todas las lecciones— . Ello, no obstante, las lecciones estuvieron en general bien, y algunas resultaron francamente ilumi­ nadoras. El diálogo que siguió a cada lección fue de lo más lastimoso. Sin un moderador que pusiera orden, aquellas intervenciones — muchas— resultaron difusas, aburridas e ininteresantes. ¿Por qué ese afán es­ pañol de dejarlo todo a la improvisación? Para arreglar el mundo — tarea que persigue, como fin propio, la Sociología— se exige orden, saber dónde se va y qué es lo que se quiere. Pero de todo eso care­ cieron muchas de las intervenciones que siguieren a las lecciones. He aquí ya aquellas lecciones. D. CARLOS RUIZ DEL CASTILLO expone el tema «LA SOCIEDAD DE MASAS COMO FENOMENO CONTEMPORANEO Y LA HUMANI­ ZACION DE LAS MASAS». Comienza esta lección con una amplia re­ ferencia al término «masa». ¿Qué abarca esa palabra?, ¿cuál es su alcance y contenido? Se alude al uso de aquella palabra en los docu­ mentos pontificios en los que no existe uniformidad de terminología al respecto, pero donde parece predominar esta definición: masa es «el conjunto social sobre el que han de revertir excedentes y beneficios que no deben ser patrimonio de una minoría». Al hablar de «sociedad de masas», y admitirlo como un dato que se da hoy, pudiera parecer que se intenta justificar todas las situa­ ciones estructurales que ese estado de cosas tiende a crear. Pero no és así. Admitiendo el hecho — advenimiento de la «masa» a un pri­ mer plano— , el camino a seguir es el de encauzar las apetencias y costumbres de una sociedad así organizada. Para ello será premisa insoslable humanizar al hombre. Frente a la despersonalización — pe­ ligro normal de toda aglomeración— hay que cultivar al hombre in

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