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A L E JA N D R O DE V IL L A L M O N T E 225 m iento, que los resume todos: Amarás al Señor Dios tuyo con toda tu alm a y a El sólo servirás. No tendrás otro Dios delante de Yavé 55. Como conclusión hay que decir de nuevo : el cristiano que medita sobre el Amor, la Gracia, la Bondad de Dios, no debe olvidar que la Gracia, con la m isma intensidad que se dona y da la vida al hom ­ bre que se abre ante Ella, con la m ism a intensidad exige que el hombre se entregue a Dios. Y el Amor caritativo y santo de Dios para afian­ zarse en su Ser, para no despersonalizarse y vulgarizarse, para no perder su m ism idad de Dios y precisamente porque quiere afirmarse como Agape, por ello da la muerte, repudia con fuerza infinita toda actitud del hombre que no sea amor y entrega al Amor. 4. Dios es Padre y Señor. Entre todos los símbolos y analogías concretas y sensibles para ex­ presar lo que es y quiere ser Dios para nosotros, n inguna como este par, que no puede estudiarse n i comprenderse por separado: Dios es Padre y es Señor. Dios quiere m an ifestar su paternidad siempre en form a señorial y su señorío en form a paternal. La fórmu la «Señor mío» incluye también la sensación de padre y la fórmu la «Padre ce­ lestial» implica el señorío reconocido de Dios. Ta l vez el A . Testa ­ mento emplee con más frecuencia el símbolo o analogía del «Señor», pero Dios también es Padre lleno de amor. En el N. Testam ento Jesu­ cristo revela, ante todo, el símbolo y la realidad del «Padre», pero es «el Padre que está en los cielos», el Padre que vive en lo inaccesible al hombre, en la lejan ía ín tim a de su propia m ism idad, el Padre Santo 54 Completando las ideas anteriores podríamos decir que el nombre de Señor se apoya o expresa el hecho de que Dios es el Poder Santo, m ientras que el Padre sugiere la idea del Amor Santo comunicativo. Pero siempre hay que entender ambos símbolos en perfecta compre­ sencia y circumincesión de uno en otro. Resaltar excesivamente uno de los símbolos siempre es con peligro de anular el otro. El Señor que no sea simu ltáneamen te y con la m isma intensidad Padre, se puede convertir en una fuerza oprimente y matadora del pobre ser hum ano ; el Padre que no sea Señor, se transform a en una fuerza superficial­ 55. E x . 20, 5 ; Os. cap. 1-2; D e u t. 5, 9 ; E x . 34, 14 y 6, 15; adem ás de los tex to s sobre la Ir a de D ios a que alu d im o s m ás ab ajo . 56. C fr. T i l l i c h , ob. cit., I I , pp. 329-332. W . E ic h r o d t, Theol. des AT., 1, p. 162 s s . W . K . G ro s s o u w , Biblische Frömigkeit, M ü n c h e n 1956, pp. 21-24.

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