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A L E JA N D R O DE V IL L A L M O N T E ?19 Si reflexionamos sobre las objeciones propuestas en las páginas anteriores y otras sim ilares, se ve con claridad que todas tienen un denom inador común : la dificultad e incluso imposibilidad de con ­ ciliar el infierno eterno con el concepto cristiano de Dios como Amcr. Por consiguiente, es aquí en el concepto de Dios, dcnde hay que bus­ car el punto de arranque para solucionar las objeciones contra el in­ fierno. Todos los sistemas filosóficos se encuentran y se diversifican en el concepto m ismo del ser. Un pequeño matiz diferencial en este con ­ cepto puede, en fuerza de la lógica, llevar a construcciones sistem a - ticas muy divergentes. Lo m ismo acontece en el campo religioso. To­ das las grandes concepciones religiosas se encuentran y se diversifi­ can en el concepto de Dios. Aun dentro de la religión cristiana hay que buscar también aquí la raíz ú ltima y verdadera de las diferen­ cias entre las grandes confesiones cristianas. Así, se adm ite común­ mente que el punto de divergencia primero entre el catolicismo y el luteranismo, por ejemplo, está en el concepto m ismo de Dios. En ese m atiz peculiar, al principio casi imperceptible, en la manera de con ­ cebir y sentir al Ser divino, hay que encontrar la explicación de las demás divergencias en el problema de la justificación, en el ccncepto de Iglesia y en el sistema teológico todo entero 4n. Incluso entre los sistemas teológicos dentro del catolicismo son perceptibles estas di­ ferencias de m atiz en el concepto de Dios, con las subsiguientes de­ rivaciones todo a lo largo de la construcción teológica. La crisis general de la idea de Dios que impregna nuestro ambiente, da por resultado un enfoque excesivamente «humanista» del proble­ m a del infierno. Y aún cuando el humanismo no llegue a ser radical, todavía interviene una fa lsa idea y percepción sen tim en tal sobre lo que encierra el concepto cristiano de Dios AMOR . Nos vemos, pues, referidos a dar una explicación del concepto de D io s-Am o r para desde aquí sorprender en su nacim ien to las posibilidades de ataque contra el dogma del infierno. Si se entiende la afirmación de que Dios es Amor en el «sentido divino» en que ella fue dicha, no ofrece complicación mayor para el creyente el adm itir la posibilidad del infierno y su m ism a existencia real. 49. C fr. H . V o lk , Emil Brunners Lehre von der Sünder, M ü n s te r 1950, p. 24 ss. y la b ib lio g ra fía a llí c ita d a . J. L . L . A r a n g u r e n , Catolicismo y Protestantismo como formas de existencia, M a d rid , 1957, p p . 35-97 sobre todo.

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