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A L E JA N D R O DE V IL L A L M O N T E 235 1. El infierno y el Amor paternal de Dios. Después de lo dicho en el apartado anterior no nos resta sino indicar e l modo de armonizar el Amor de Dios con el dogma del infierno. La afirmación de que Dios es Amor, Padre, Caridad, no puede olvidar que Dios es Ser, Santo y Señor, de lo contrario al difundir su Caridad ad intra o ad extra Dios desarticularía su propio Ser, perdería su m ism idad divina. Los que reclaman contra la posibilidad del infierno en nombre del Amor paternal de Dios han oscurecido un ilateralmen te el concepto cristiano de Dios. Es lo que suele acontecer con todas las desviaciones doctrinales dentro del cristianismo. La inteligencia hum ana se apo­ dera de una verdad revelada, pero en vez de entenderla «según la analogía de la fe », según el sentido divino, la entiende y desarrolla según la lógica y el sentido hum ano que la verdad revelada parece tener. Así sucede en nuestro caso con la idea del D io s-Am o r. Cierta­ mente es la idea básica para expresar nosotros la Realidad d ivina; pero con la m ism a intensidad hay que afirmar el otro elemento trans­ cenden te: la Santidad , el Señorío de D ios; de lo contrario la Realidad divina queda «desendiosada», si podemos hablar a sí. La Realidad divina es justam en te inexpresable en un sólo concepto análogo o en un sólo símbolo: es Am o r-San to , Padre-Señor. Ni se puede pensar que en Dios m ism o, en sus man ifestaciones, la tendencia a difundirse sea m ás intensa que la tendencia a conservar su m ism idad, o que Dios sea más Padre que Señor. No se debe falsear así la Realidad divina, infinitamente inm anen te e infin itamente trascendente. El Amor de Dios por ser Santo, no puede menos de comunicarse en Señor y con la m ism a intensidad que se da, exige la entrega del hombre a sus exigencias. No puede ser de otra manera, no puede Dios amar sin autoridad y exigencia de Señor. Las dificultades que se ven en armonizar Amor y posibilidad de infierno vienen de esto: la inteligencia y la sensibilidad hum ana se han apoderado de la idea grandiosa de Dios Amor paternal. Pero luego en vez de entender y desarrollar esta idea según su sentido divino de la revelación m isma, se le «humaniza», se le quita su infi­ n ita misteriosidad, su inaccesible modo divino incomunicable de rea­ lizarse. Entonces se cae en un concepto sen tim en talista de Dios. Y a no es el Dios Vivo y personal, libre para am ar más o menos a la creatura, para comunicarle gratu itamen te su bondad o retirársela cuando quiera. Dios Amor se convierte en una especie de fuerza secreta de la naturaleza, inm ensam ente benévola, difundida en todas las cosas; fuerza que len ta y suavemente va llevando todos los hom

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