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1 1 2 VID A P S IC O L O G IC A DE M A R IA prevalecerá: concebirás, y ella así lo ha entendido: «fía t», hágase. Pero no obstante m an ifiesta al ángel lo sagrado de la ley de la con­ sagración virginal. «Cómo se hará ésto, pues no conozco varón » (Le. 1, 34); y el ángel con testa : «El Espíritu Santo vendrá sobre tí y la Virtud del AltíUmo te cubrirá con su sombra, y por esto el hijo engendrado será santo, será llamado Hijo de Dios» (Le. 1, 35). María con testa : «He aquí la esclava del Señor: Hágase en mí según tu palabra» (Le. 1, 38). El ángel soluciona el problema, planteado por María, con una ex­ plicación teológica. Alude al efecto que producen las grandes T eo - fan ías, la santificación de los lugares y personas sobre las que recae la man ifestación divina, como por ejemplo, el Arca de la A lienza. Ella comprende inm ediatamente. Su fecundación maternal es obra de una Teofan ía. Todo es santo. La virginidad no sufre lesión. Es san tificada de una manera extraordinaria. La luz ilum ina, no mancha. Dios la virginiza. Ahora investiguemos y percibamos las notas psíquicas que van sur­ giendo del fondo de su alma. —* El anuncio del ángel produce en su alma turbación que delata una sensibilidad exquisita. —* La reflexión y ponderación y el dom inio de sus facu ltades revela la autodisciplina', y el fuerte dominio de las propias m an ifes­ taciones verbales nos lo da a conocer la concisión verbal. — . Por la ponderación a tenta (calma) del m ensaje del ángel nos inclinaríamos a pensar en la existencia de la calma en María, pero por otro lado advertimos la turbación y reacción rápida (perc sin los excesos a que lleva la rapidez). Por lo m ismo descubrimos una intensidad med ia de esta s dos tendencias. — i La observación propuesta al ángel implica una serie de cua­ lidades que van apareciendo como floraciones de su espíritu. La substancialidad en cuanto que va directamente a la esencia del voto y de la maternidad, y los sabe discernir como dos leyes divinas (i discernimiento) y los valoriza en su justa medida. Antes del anun ­ cio tenía en mayor estima la virginidad por la tendencia a la pu ­ reza ( discernimiento, repugnancia moderada y exagerada por man­ chas físicas y morales), y después del anuncio prefiere la m a tern i­ dad, por la profundidad m en ta l que le da capacidades para formarse ideas exactas de las nuevas realidades mesiánicas, sensibilidad p a ­ ra apreciar el valor de la personalidad del Mesías y de la persona­ lidad hum ana en general, en sus intereses sobrenaturales. — Acepta la matern idad con una visión extraordinaria de las circunstancias propias, por la prudencia y sabiduría con que inquie­ re la voluntad divina sobre el voto, y de las consecuencias ajenas,

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