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R IC ARDO BARACALDO 141 conceptual ( profundidad, detalle, sustancialidad, visión panorámica, discernimiento, continuidad, claridad)] dulcificado por intuición psicológica ( comprensión) e intensamente afectivo y notablemente optim ista ( impetuosidad, generosidad, reacción, ternura, delicade­ za), y finalmente, táctico, como resultado de la condescendencia moderada, resolución y autoridad. El mando de María resulta sum a­ mente persuasivo a causa de su contenido conceptual, que tiene gran relieve en ella según hemos visto. Su mando tiende a con ­ quistar la colaboración a quien se dirige en form a máxima, gracias a su contenido psíquico afectivo y su tacto. —t Acción sobre la propia personalidad. Está determ inada por la m áx im a disciplina, la cual, al realizar la máxima sujeción de las facu ltades propias al centro de la personalidad, obtiene de ellas un rendim iento ordenado y que contribuye al máximo a la conse­ cución de los fines internos y externos referentes al perfeccio­ nam ien to de la m ism a personalidad en su aspecto espiritual. Las fuerzas defensivas de la voluntad no actúan m ás que con moderada intensidad, a causa de la escasa intensidad de inflexibilidad y la prevalencia de la condescendencia. La defensa, por el contrario, es muy prudente y llena de tacto, por efecto de la comprensión, habi­ lidad, visión panorámica y, sobre todo, por la influencia de la con­ descendencia y tenacidad. El resultado a que nos ha conducido la investigación sobre el psiquismo de M aría nos presenta una personalidad riquísima en dinam ismos mentales, sen tim en tales y volitivos; nos hace sentir en María un ser vivo, palp itante, vibrante de emociones delicadas, ori­ ginales, virginales, m a terna les; sen tim os en ella una persona muy cercana a nosotros, sensible en gran manera a todos los dolores y alegrías humanas, pron ta a participar en las variadas circunstan ­ cias de la vida fam iliar y social, diligente en el cumplim iento de sus deberes y fiel en las distintas actitudes de su delicadísima misión de Madre de Cristo. Hemos contemplado su inteligencia vigorosa, sus sentim ientos y afectos delicadísimos, su exquisita ternura, su finura y la variadí­ sim a gam a de resonancias interiores frente a las situaciones diversas de las personas am adas; hemos visto el despliegue de energías vi­ gorosas, firmes y valientes, no obstante la inefable dulzura que han impreso en su a lm a la condescendencia, generosidad, ternura, la hipersensibilidad y delicadeza de su corazón. Todos estos valores psíquicos nos presentan el modelo singular de pudorosa doncella, de mu jer fuerte y de madre heroica, que

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