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RIC AR DO BARACALDO 131 — 1 Actitud hacia el prójimo. Esta actitud está formada por la hum ildad y el altruismo que se oponen al orgullo y egoísmo. Los datos de este comportam iento en María son las preciosas virtudes que hemos encontrado en el examen de los hechos de su vida. La actitud con José, con los esposos de Cana, con su prima Isabel, con los que crucificaron a su H ijo, nos dan una idea exacta de lo que es su comprensión, generosidad, abnegación, condescendencia y m o destia (espíritu detallista). Este con jun to de cualidades podría dar margen para excesivas condescendencias con los demás, pero en este punto surge otro con jun to de cualidades que regulan la vida afectiva y son la rectitud, la repugnancia por m anchas morales, la tendencia a la pureza y la claridad de conciencia (repugnancia mo derada y exagerada, discernimiento, claridad). Además ejercen un in flu jo máximo la autodisciplina y la visión panorámica. —- Actitud para consigo misma. Aparecen en su a lm a jun to con una delicadeza sum a y con un aire de naturalidad un con junto de virtudes que son como la floración de un rosal, una auténtica belleza y adorno de su espíritu. Tales son la suma modestia (espíritu de detalle), con la suma exención de amor propio (exención de rigor), gran capacidad de sumisión (condescendencia). Las tendencias todas de su espíritu están frenadas y armonizadas por un sentido de decoro que depende de la visión panorámica y por el sentido de dis tinción personal ( discernimiento , repugnancia moderada y exa gerada). —* Las pasiones. La investigación de la religiosidad se funda m en ta en la averiguación de la intensidad de las pasiones con fron tada con los frenos o fuerzas que reprimen las m ismas. De la prevalencia de las pasiones o de las fuerzas frenadoras resultará el vicio o la virtud. Hay que tener en cuenta que los instintos e im pulsos han de considerarse como energías impulsivas e indiscrim i n ada s en el seno de la personalidad y de la sociedad y en este sentido se pueden llam ar pasiones. También hay que tener presente que sobre ellas, como sobre cualquier otro explosivo o energía, la razón ha de ejercer una acción de dirección y discernim iento, de modo que su fuerza propulsiva no pueda ser convertida en elemento fraticida y destructor. Las pasiones se distinguen en impetuosas, rígidas, extratenslvas e intratensivas. De las impetuosas sólo hallam os en María la impe tuosidad, reacción, fogosidad agresiva y rapidez que pueden originar cólera e impaciencia y de las cuales ya se hab ló al tratar de la de fensa sen tim en tal. Estas pasiones, sin embargo, están regiamente dom inadas por la autodisciplina, que tiene en María poderoso vigor
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