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128 VID A P S IC O L O G IC A DE M A R IA En este como en otros procesos parecerá que procedemos por apriorismos. Aunque así fuera no se nos podría negar las deduciones de las premisas como se puede negar la suma de varios números ya conocidos. Los datos que nos da el Evangelio son su ficientes para entrever el comportam iento ideal de M aría atendido su carácter, la gracia y demás dones sobrenaturales. —¿ Defensa de insidias posibles. José al darse cuenta de la m a ternidad de María, sin qtie logre esclarecer el en igma, concibe la idea de darle el libelo de repudio; pero esto parece muy duro al con jun to de sus sentim ientos de hombre justo, y más bien preSere abandonarla secretamente (M t. 1, 19). María evidentemente se da cuenta de estas inquietudes y rehuye responder en el m ismo plano por la m áxim a rectitud. No se defiende planeando el abandono de su esposo, sino con fiando en los propios medios intelectuales excepcionales como quien está seguro del éxito, en particular de la m áx im a intuición psicológica ( comprensión }, en el m áxim o discernimiento, en el m áxim o espíritu detallista, e.a la m áxim a substancialidad y en la preclara visión panorámica de las circunstancias y consecuencias. —* Defensa de ofensas claras. Analicem os los siguientes hechos. El mandato del empadronam iento. La autoridad ordena la inscrip ción. Hay que someterse a la ley aún con graves inconvenientes. Pero esto no deja de herir. Se impone la defensa del sentim iento herido. Existe por lo m ism o resentimiento, acentuado por la hipersensibilidad y la delicadeza. Surge el impulso colérico ( reacción) con algo de im paciencia (rapidez), sostenido por la impetuosidad y fogosidad agre siva. Los frenos resultan m agníficos, pues no dejan traslucir al ex terior quejas ni actitudes hostiles. Igual actitud se halla en la nega tiva de hallar posada en Belén, en la negativa en las bodas de Cana, en el ataque a su autoridad m aterna en el templo por parte del n iño a la edad de doce años, y lo m ismo podemos decir en la Pesión de Cristo en el Calvario. Se tiene el cuadro de un autodominio incomparable. Si nos fijam os en el autodominio periférico vemos tiene su fi cientes fuerzas para contener los ímpetus, gracias a una moderada frialdad y una mediana rapidez. El autodom inio nervioso-central no existe por estar ausente la contorsión, pero le suple con creces el autodominio centro-asociativo. La inteligencia contribuye podei osa- mente por la visión panorámica y la voluntad por la extraordir aria intensidad de la autodisciplina. 1 ) D e f e n s a .
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