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S A N T IA G O DE LA CORUÑA 85 otro hay salud, pues n ingún otro nombre nos ha sido dado bajo el cielo, entre los hombres, por el que podamos ser salvo» n. Y San Pablo corrobora lo m ismo denunciando, la insuficiencia de la ley frente a la gracia de Cristo Jesús Luego, si el Espíritu Santo es el principio de unidad con Cristo, nuestra Cabeza 23, y todo acto sa lu ­ dable se tiene que realizar con Cristo, es evidente que el Espíritu Santo viene a ser principio de todo acto saludable. Esto también se puede demostrar por el hecho de que el Espíritu San to es el a lm a de la Iglesia, como hemos visto antes. N inguna acción vital se realiza sin in flu jo del alma. Luego, todo acto sobre­ natural ha de ser atribuido al Espíritu Santo. En virtud de este principio, observamos que la actividad de Cristo y del Espíritu quedan parangonadas. Es una especie de colaboración o in ter-acción de Cristo y su Espíritu, una típica identificación de ambos en el gobierno de la Iglesia, aún man ten iendo la distinción personal. No d e ja de ser interesante esta especie de indistinción que en la obra de la santificación vige entre las dos divinas Personas y que reconoce la encíclica: «Porque como expusimos antes con su fi­ ciente amplitud, Cristo está en nosotros por su Espíritu, el cual nos comunica, y por el que de tal suerte obra en nosotros, que todas las cosas divinas llevadas a cabo por el Espíritu Santo en las almas, se han de decir también realizadas por Cristo» 2*. Es el m ism o San Pablo quien da fundamen to para esta atribu­ ción a Cristo de lo realizado por el Espíritu. En diversos pasajes aparece esta identificación en la obra de la san tificación : «Si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justicia. Y si el Espíritu de aquél que resucitó a Jesús de entre los muertos hab ita en vosotros, el que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos, dará también vida a vuestros cuerpos mortales por virtud de su Espíritu, que hab ita en vosotros» 2S. «Todos nosotros hemos sido bautizados en un solo Espíritu para constituir 21. Act. 4, 12. 22. Oí. Rom. 7, 1-7; Gal. caps. 3 y 4... 23. «Huic autem Christi Spiritui tamquam non adspectabili principio id quo- que attribuendum est ut omnes Corporis partes tam Inter sese, quam cum ex­ celso Capite suo coniungantur». AAS 35 (1943) 219. 24. «Est nempe Christus in nobis, ut supra enucleate satis exposuimus, per Spiritum suum. quem nobiscum communicat, et per quem ita in nobis operatur, ut quaecumque divina a Spiritu Sancto in animds peraguntur, etiam a Christo ibi peracta dicantur oporteat». AAS 35 (1943) 230. 25. Rom. 8, 10-11.

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