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84 E N TO R N O A LO M IS T IC O «Después que Cristo fue glorificado en la cruz, su Espíritu se comu n ica a la Iglesia con una efusión abundantísima, a fin de que ella y cada uno de sus miembros se asemejen cada día m ás a nuestro Divino Salvador» 13. Por consiguiente, la m isión del Espíritu Santo es h a c em o s seme jan tes a Cristo, realizar nuestra unión con El. En ese sentido se han de entender las frases de San Pab lo: «Los que son movidos por el Espíritu de Dios, éstos son h ijos de Dios. Que no habéis recibido el espíritu de siervos para recaer en el temor, antes bien, habéis recibido el Espirita de adopción por el que clam am o s: Abba, Padre. El Espíritu m ismo d a testimonio a nuestro espíritu de que somos h ijo s de Dios, y si h ijos, también herederos, herederos de Dios, co herederos de Cristo» u. «Todos nosotros nos transform am os en la imagen del Señor, de gloria en gloria, a medida que obra en noso tros el Espíritu del Señor» De hecho, el Espíritu Santo interviene en toda operación sobre natural. «Con su celestial hálito de vida ha de ser considerado como el principio de toda acción vital y saludable» 16. «Ni siquiera un m ín im o acto que lleve a la salvación puede ser puesto si no es en virtud del Espíritu Santo» v. Todas estas afirmaciones de la Mystici Corporis son un simple eco de San Pab lo : «Nadie puede decir ’Señor Jesús’ sino en el Espíritu S a n to » .18. «La caridad de Dios se ha d ifun dido en nuestros corazones por el Espíritu Santo» 19. Y en general el Apóstol atribuye al m ismo Espíritu todas las virtudes: «Los frutos del Espíritu son caridad, gozo, paz, benignidad, bondad ...» De lo expuesto, llegamos a la conclusión de que el Espíritu Santo es principio de nuestra unidad con Cristo, y, por consiguiente, prin cipio de todo acto saludable para la vida eterna. En efecto, sabemos que la salvación nos viene por Jesús, el único Salvador. Y a San Pedro en su discurso ante el Sumo Sacerdote y ancianos de Jerusalén, afirm a sin rodeos e sta verdad : «En n ingún 13. «Ac postquam Christus in cruce clarificatus est, eius Spiritus cum Ecclesia uberrima effusione communicatur, ut ipsa eiusque singula membra magis in dies magisque Servatoli nostro adsimulentur». AAS 35 (1943) 219. 14. Rom. 8, 14-17. 15. 2 Co. 3, 18. 16. «Ille est qui caelesti vitaehalituinomnibuscorporispartibusuiusvis est habendus actionis vitalis ac reapsesalutaris principium». AAS 35(1943) 219. 17. «Si enim ne minimus quidem actus, qui ad salutem conducat, elici potest, nisi in Spiritu Sancto...». AAS 35 (1943) 226. 18. 1 Co. 12, 3. 19. Rom. 5, 5. 20. Gal. 5, 22-23.
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