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64 LA «D IA TH EQ U E » E N HBR. 9, 16-17 sa el raciocinio del autor en los cap. 7 -10 acerca de la nueva y más excelente «diatheque». Para nuestro autor, la institución del sacerdocio es el contenido central de la Lsy, de tal manera que Ley y sacerdocio tienen las m ismas características y su destino está íntimamen te ligado (7, 11- 12); la desaparición del antiguo sacerdocio acarrea la abrogración de la L ey ; el nuevo sacerdocio funda una «diatheque» nueva. Por eso en el cap. 7 establece una comparación m inuciosa y pro­ funda entre el sacerdocio de la antigua econom ía y el de la nueva, ya que para conocer la calidad y duración de las instituciones reli­ giosas basta con frontar su régimen sacerdotal. Los vers. (11-19) resumen todo el raciocinio del au tor: «Pues si la perfección viniere por el sacerdocio levítico, ya que sobre él des­ cansa la Ley dada al pueblo, ¿qué necesidad habría de suscitar otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y denom inarlo según el orden de Aarón? Mudado el sacerdocio, de necesidad ha de mudarse también la Ley, porque aquél de quien estas cosas se dicen pertene­ cía a otra tribu, de la cual n inguno se consagró al altar. Pues n o ­ torio es que Nuestro Señor nació de Judá, a cuya tribu n ad a d ijo Moisés tocante al sacerdocio» (11-14). Si la Ley se da al pueblo de Israel para efectuar la unión con Dios, es el sacerdocio, su órgano esencial, quien realiza el acerca­ m ien to (7, 11). Como este órgano se m an ifestó ineficaz (los sacrifi­ cios y el con jun to de ceremonias religiosas eran incapaces de expiar los pecados (10, 1-4), de purificar las conciencias (69, 9), y, por lo tan to, de realizar la justicia interna), Sacerdocio y Ley son supri­ midos. Instituidos jun tam en te, desaparecen a la vez. La validez de « nomos » o « diatheque» depende intrinsecanusnte de la de « hiereus » o de « hiereis » que la administran. Y como no hay m ás que dos sa ­ cerdocios (Aarón y Jesús prefigurado por Melquisedec) no habrá m ás que dos alianzas, mosaica y cristiana, definida la alianza cris­ tiana en el vers. 19 como una «esperanza m e jo r», m ás perfecta, que nos une a Dios. En los vers. 20-25, el autor aduce dos razones de la superioridad del sacerdocio de Cristo sobre el de Lev í: h a sido instituido bajo ju ­ ramento y para siempre, con que se indica respectivamente la inm u ­ tabilidad y la perennidad del sacerdocio de Cristo y consiguiente­ mente de la nueva econom ía de salvación, pues, como se dice en el vers. 22, la excelencia de ésta depende de la excelencia del m ed ia ­ dor. El sacerdocio de Cristo es eterno e intransm isible, no como el de los descendientes de Aarón que, muriendo unos tras otros, se m u l­ tiplicaban en sus funciones cu ltuales; de= aquí que Cristo sacerdote se constituye en mediador permanente de la nueva diatheque, que

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