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C A R L O S DE V IL L A P A D IE R N A 77 cado en un juego retórico de palabras. Así Melchor Cano dice que la carta fue escrita en hebreo y el autor se permite un juego, de palabras, tom ando «berith», primero en sentido propio, luego, en sentido impropio 22. Que la «diatheque» del vers. 15 signifique « alianza » no parece ha lla r dificultad, puesto que se contrapone la nueva «diatheque» a la primera, cuyas transgresiones redime el mediador con su muerte. La idea de alianza aparece claramente en el vers. 18 donde se hab la de «prote», sobreentendida «diatheque» que no puede ser sino la «diatheque» del Sinaí (Ex. 24), fundamen to de la institución teo­ crática y figura de la alianza nueva. La mención de la sangre, los verbos «ankainizein» = inaugurar y «enteleszai» = ordenar (vers. 20) que no se aplican a un testam en to, los ritos de aspersión evo­ cados en el vers. 19 prueban que el autor considera la escena del Sinaí como un acuerdo de cláusulas obligatorias, como una alianza, por lo tan to. Nadie se atreverá a interpretar la primera alianza co­ mo un testam en to deMoisés, cuya muerte no juega papel alguno teológico; quienes mueren solamente, al pactarse la primera alian ­ za, son los bueyes y carneros. Que los vers. 16-17 signifiquen testamento en su acepción jurídica tampoco parece poderse discutir, según lo anteriormente enunciado. «El paso de un sentido de «diatheque» al otro — dice el P. Spicq 23— se deriva de la mediación especial de Cristo, «thanatou guenomenou» (vers. 15). Esto perm ite al autor, llegado a este punto de desarrollo de su pensam iento, establecer de modo sorprendente, un principio que deseaba poner de relieve: la necesidad de la muerte de Cristo para el cumplimiento de su obra de salvación. La herencia celeste, que debía ser el fru to de la nueva alianza — resultado de una ini­ ciativa misericordiosa de Dios— le aparece, sobre otro plano, como el testamento de Cristo expiando, legando los bienes celestes a quie­ nes su muerte h a previamente librado del pecado. La propiedad del Hombre Dios es transm isible. El Rey Sacerdote, heredero de su Padre (Hbr. 1, 1 -1 5 ; 2, 8), hace a su vez un testam en to válido. Muriendo, pone a sus herederos en posesión de sus bienes; los llamados (9, 15) 22. «In nomine igitur hebralco Paulus ludere potuit Rhetorum more, et vocem a proprio ad improprium significatum flectere ; quod idem sl aut graece, aut latine loqueretur, facere potuisset. Idque eo magis, quod instrumentum, a sanis obsigna- tum, testamentum dicitur; quamvis a codicilo vel mutentur aliqua, et aliqua in- ducantui, vel etiam totum omnino, quod testamentum semel cautum erat, anti- quetur». 23. L’Epitre aux Hébreux, n , Commentaire (Etudes Bibliques, Paris 1953) 290.

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