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63 LA «D IA TH E Q U E » E N HBR. 9, 16-17 C. Caracteres de la nueva « diatheque ». En el gobierno providencial una institución se declara caducada cuando se hace incapaz de desempeñar su función, de obtener los resultados esperados (7, 18). No es que la alianza, instituida por Dios m ismo tuviera defectos (Rm . 7, 12), pero — según el plan divino— no era m ás que una etapa en el cam ino hacia la «teleiosis» (7, 11); era necesario que otra institución condujera al térm ino (11, 12, 23). Si el sacerdocio levítico hubiera sido perfecto, habría sido eterno, pero siendo simplemente una realización parcial del plan divino de sa l­ vación, debía dejar paso a otra econom ía, a otra alianza mejor. Dios h ab ía decidido que solamente «en X ristó» podía ser el hombre «té- le io s» ; y esta es la razón profunda de la imperfección y provisio- nalidad de la primera diatheque. La econom ía antigua y la nueva son producciones y participa­ ciones de realidades verdaderas (ton m e llón ton -ton pragm áton) que están en el cielo (8, 2 5 ; 9, 24), pero la primera sería una form a muy incompleta, la segunda una reproducción exacta de los «bienes ve­ nideros» (9, 11; cfr. 2, 15; 6, 5), es decir, el perdón de los pecados y él acceso a Dios. Solamente en Cristo se poseen, de un modo es­ table, estos bienes celestes, a la vez presentes y futuros. El anuncio de la sustitución de la antigua alianza por la nueva se encuentra en una colección de las profecías de salvación (Jr. 31, 31-34) que los comentaristas consideran el punto cu lm inante de la enseñanza del p ro feta y el m ás bello pasaje del libro. En él se hallan compendiadas, o cuando menos esbozadas, las características de la nueva diatheque. 1. En la antigua alianza aparece más el carácter b ilatera l; en la nueva se pone de relieve la gratuidad, la iniciativa misericordiosa de Dios (8, 8). «E jomen jarin », es el grito de triun fo de nuestro autor (12, 2 -8 ). Aunque esto no quiere decir que la nueva alianza sea ún icamente un ilateral; en traña también obligaciones a cumplir. Dios, según Hebreos 10, 8-10, tiene la iniciativa en la obra de nues­ tra salvación y del modo cómo esta salvación debe efectuarse, idea fundamen tal de todo el Nuevo Testam en to (Jn. 3, 16; Rm . 8, 32; Ef. 1, 4-11). 2. Toda alianza implica por parte de Dios promesas, y por parte de los hombres compromisos recíprocos. La epístola a los Hebreos hace notar el valor de ambas alianzas en función de sus promesas respectivas (8, 6). La nueva es superior porque encierra m ás exce­ lentes promesas. El plural se debe probablemente a la multiplicidad de promesas en la antigua econom ía. En la nueva la promesa es una sola, que comprende em inentemente todas las o tra s: la herencia

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