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8 IN F IE R N O , VERDAD «E T E R N A » infiernos y la realidad, del in fierno teológico. La d istinción es cua litativa. La h istoria de las religiones con su m ito del hades, aún en los grados superiores de elavoración, no nos explica el origen del infierno teológico. Las enseñanzas paganas sobre los in fiernos for man un m ito que se disuelve con la aparición de la razón cien tífica y sobre todo con el descubrimiento de la libertad personal de Dios y del hombre. El hades pagano es un «destino fatal» de todo hombre. Al menos el mundo clásico de la cultura grecorromana desconoce la idea del pecado y la responsabilidad personal del hombre frente a Dios. T am bién es comp letamente vaga y con frecuencia inexistente la idea de un D ios personal, Señor libre del acontecer cósmico y de las conductas humanas. En tal caso el infierno tiene que ser un desenlace fatal, un iforme e inevitable para todo hombre. O un episodio en el círculo de las existencias interm inables. B a jo influencias estoicas y p ita góricas encon tram os alusiones al in fierno como idea «moralizante». Los hab itan tes del hades continúan la vida buena o m a la que llevaron en la tierra. Pero ello se debe a un peso natural de las cosas. Nunca aparece como un resultado de la responsabilidad libre del hombre o de la libre decisión del D ios personal. Precisamente por este motivo la «creencia» antigua en el in fierno nunca llegó a ser una verdad autén ticamen te «religiosa». Para que el infierno logre categoría de verdad religiosa tendría que ser pre sen tado como una situación hum ana resu ltante de las relaciones entre Dios y el hombre, en un intercambio vital libremente iniciado y libremente seguido por ambas partes. Pero la religión pagana es una religión de la naturaleza. Nunca llegó a descubrir el supremo valor del ser esp iritual: la libertad. El hombre antiguo fue siempre, fuera de la religión bíblica, una cosa, un ser «natural», enraizado en el cosmos o en la polis, pero que nunca aspiró a ser otra cosa que «naturaleza». En este ambiente era desconocida la libertad señorial de Dios sobre los acontecim ientos cósmicos, la h istoria y las con ductas hum anas. El pecado es una fatalidad y una trágica equivoca ción a la que inevitablemente habían de estar sometidos los hombres. Por eso el castigo sufrido por los hab itan tes del hades era también efecto de una suerte trágica, impuesta por un c; ego Destino, donde no aparece la voluntad libre de Dios o del hombre que superen y dominen sobre la ceguedad del Hado. La ciencia de las religiones puede p lan tear al teólogo el problema de las relaciones entre la «creencia» pagana en el hades y el dogma cristiano del infierno. No es posible rehuir el problema, n i al estu diar el origen del dogma del infierno, ni en su desarrollo ulterior. Sin embargo, la imposibilidad de llegar desde el m ito del hades al dog
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