PS_NyG_1963v010n001p0003_0056

56 IN F IE R N O , VERDAD «E T E R N A » eterna. Pero existe la posibilidad real y próxima de que algunos hombres se condenen. Todo el que muera en pecado m ortal irá al infierno. Si de hecho alguno ya entró allí, para ese o esos, ya no hay form a de incluirlos en la esperanza cristiana n i en el amor de caridad. La esperanza cristiana puede y debe acoger a todo h om ­ bre m ientras de hecho no entre en el infierno. Pero si la muerte eterna se apodera de alguno, ya no volverá a la vida por los siglos de los siglos. H asta ahora no hemos hecho otra cosa, a lo largo de nuestro estudio, más que plan tear el problema del infierno y las dificultades que ofrece. El infierno no es una figuración m ítico-literaria, con los problemas psicológicos y culturales que ello implicaría. La Biblia nos propone el infierno como realidad y problema teológico de incon ­ mensurable transcendencia y oscuridad abismal. Nada extraño que, aun aceptada por la fe la existencia del infierno, las dificultades sean numerosas y las soluciones difíciles. En esta primera parte de nuestro estudio hemos expuesto las dificultades que encuen tra el sen tim ien to y la inteligencia cristiana frente al misterio del in fier­ no. No hemos intentado solucionarlas más que en el caso concreto de la apocatástasis, por tratarse aqui de un punto dogmático. La solución a las dificultades — en la medida de lo posible— cree­ mos h a de hacerse en forma orgánica, sistem ática y positiva. A nues­ tro juicio las dificultades especiales que el sen tim ien to y la inteli­ gencia hum ana pueden encontrar y encuentran en el m ’sterio del infierno nace de esta doble fu en te : Nuestros contemporáneos tienen ideas poco precisas sobre ciertos aspectos del m isterio de Dios, con ­ cretamente sobre su Amor infinitamente libre. También se tiene un concepto poco teológico sobre la libertad y responsabilidad humana. En el fondo tal vez un solo problema y un único m isterio : el m is­ terio de la Libertad divina y humana. Concebimos m ás fácilmente el ser como «cosa» y como necesidad, pero la captación del ser como espíritu libre es la eterna angustia de la torpe inteligencia humana. Pero eso, una adecuada orientación en la teología del infierno (y en su exposición pastoral) ha de empezar por esclarecer el concepto cristiano de Dios como Amor Santo y Liberal y de la situación de la libertad hum ana frente a este Amor. De esta forma la oscuridad abismal del infierno no se disipa, pero se abren nuevas ventanas para contemplarla desde su verdadera perspectiva: desde el m iste­ rio del Amor Santo de Dios. M isterio de «tremenda m a je s ta d » ; pero que, para el hombre viador, nunca pierde su aspecto de inmensa fascinación y atractivo, de invitación al encuentro con Dios en la fe, esperanza y caridad. (Continuará) A l e j a n d r o d e V i l l a l m o n t e , o . f . m . c a p . Madrid

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz